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COVID-19 y transformación social

Por Dra. Yolanda Villegas* y Dr. Paul Alejandro Sánchez Campos**

Estamos viviendo una época histórica para muchas generaciones debido a la propagación del Corona Virus 2019 (COVID-19) que ya se convirtió en una pandemia que tendrá implicaciones económicas severas pero que a la vez es motivo de transformación de las formas de organización industrial, económica y social. El COVID-19 presenta una disyuntiva a las formas anteriores que perseguían la bonanza económica y el cuidado de la salud de las personas.

A diferencia de las epidemias, las pandemias no son tan comunes en la historia mundial. La Organización Mundial de la Salud identificó tres pandemias en el siglo XX, la gripe española entre 1918 y 1919, la gripe asiática entre 1957-1958 y la gripe de Hong Kong en 1968 y dos en el siglo XXI, la gripe porcina entre 2009 y 2010 y el COVID-19 que se encuentra en propagación desde finales de 2019.

Lo que hace al COVID-19 diferente de pandemias o epidemias más recientes es su capacidad de reproducción que se encuentra por encima de las mencionadas, lo que ha hecho que el virus se haya propagado tan rápidamente fuera de China. A pesar de ello, la mortalidad del COVID-19 se mantiene baja-moderada en comparación con la gripe española o el ébola, pero por encima de la gripe porcina y gripe asiática.

En razón de ello, el consenso internacional es que los países afectados por el virus deben implementar una estrategia que permita aplanar la curva de infección lo más posible, de esta forma en el momento más álgido de contagio, los casos se encontrarían dentro de la capacidad del sistema de salud de los países. De tal forma que el distanciamiento social y la cuarentena, sea obligatoria, recomendada o voluntaria, se ha convertido en una realidad de muchos países, incluyendo México.

Existe evidencia documental de países que han implementado estas medidas para controlar el COVID-19, Corea del Sur ha sido tomado como un ejemplo de cómo se puede aplanar y manejar la curva de infección para mantenerlo dentro de niveles que faciliten la atención de aquellos casos de contagio críticos. Italia, por otro lado, muestra el caso contrario, donde la falta de estrategias adecuadas generó un incremento tal que sobrepasó por mucho la capacidad de maniobra del gobierno italiano.

Los aislamientos masivos tendrán, sin duda alguna, un impacto en la demanda y el consumo y también en la producción de bienes y servicios que, en consecuencia, tendrá un impacto económico global que afectará principalmente a las economías en desarrollo. Esta situación permite un momento de reflexión sobre la condición actual del sistema económico mundial a la luz de la salud.

Es innegable el desarrollo económico y social del que hemos sido testigos en los últimos años. Si bien, persisten graves retos en materia de desigualdad económica y movilidad social y vertical, es posible notar que ha habido desarrollo económico en todas las regiones del mundo, han disminuido las tasas de analfabetismo, defunción infantil y pobreza extrema internacionalmente. Lo cual ha sido posible al incrementar los vínculos productivos e incorporar naciones claves para el desarrollo económico moderno como China, India, Indonesia, Sudáfrica, Brasil y China.

No obstante, la emergencia del COVID-19 nos recuerda que no existe medida de bienestar económico suficiente que cubra el costo de la vida y la salud de las personas. Consecuentemente, esta emergencia ha obligado a gobiernos, empresas y sociedad en general a poner dentro de sus prioridades su salud y la de los demás, lo cual ha impactado las formas de producción, principalmente en China e India, y el consumo de las sociedades.

Mientras el consumo se redirige a bienes de primera necesidad como alimentos, agua, medicinas, artículos de higiene y hasta papel y se dejan de consumir otros bienes principalmente bienes tecnológicos, servicios de hospedaje y transporte aéreo, marítimo y terrestre.

El sector energético es uno de los sectores que ha sido más afectado por la emergencia sanitaria del COVID-19. La crisis que actualmente vive el sector petrolero a nivel internacional se construyó en dos vertientes, primero el efecto que tuvo el COVID-19 en la demanda china por el paro de transportes y la industria que ocasionó una disminución de uno de los grandes consumidores energéticos a nivel mundial y, por otro lado, la guerra por cuota de mercado entre Rusia y Arabia Saudita que complicó más las cosas.

Si solo la demanda China hubiese caído, y la oferta se hubiera mantenido de forma constante, es posible que hubiéramos vistos precios de petróleo bajos pero no completamente deprimidos. La lucha por mantener la cuota de mercado de las naciones petroleras generó una sobreoferta por parte de Arabia Saudita para generar presión en otros países petroleros principalmente Rusia y Estados Unidos.

Sin embargo, por otro lado, la caída en la demanda de gasolinas, gasavión y otros combustibles derivados del petróleo están afectando al procesamiento del crudo en las refinerías, lo que ha su vez ha generado saturado los inventarios y forzado a una caída de precios de combustibles no vista desde principios de la década del 2000.

Desde el lado eléctrico, la demanda industrial ha ocasionado que la demanda a nivel internacional disminuya ocasionando que los días hábiles se parezcan a fines de semana o periodos vacacionales. Esto tiene un efecto en plantas que no pueden salir a generar y tienen que ser apagadas, pero también en generación renovable, principalmente solar, que tiene que ser limitada para no desestabilizar los sistemas eléctricos.

Por último, el COVID-19 ha sido responsable de un cambio organizacional radical no visto hasta ahora. Las telecomunicaciones y el trabajo a distancia comienzan a tomar fuerza y a cambiar el panorama del futuro para reconsiderar las formas de trabajo que hoy en día prevalecen.

No sabemos si todos estos cambios serán duraderos, pero constituyen los vientos de cambio en las formas de organización industrial, empresarial, económico y social de todos los países del mundo. Quizá, el aspecto positivo de la emergencia del COVID-19 ha sido que nos recuerda que los seres humanos podemos adaptarnos y cuidarnos, y nos invita a innovar para crear una nueva etapa de bonanza económica sin descuidar nuestra salud y la de los nuestros.

* Directora Jurídica, de Regulación y Cumplimiento de Vitol Group México, la Trading Compay más grande del mundo. Con más de ocho años de experiencia en la industria energética, dentro de su trayectoria destaca su trabajo para Petróleos Mexicanos y empresas como Alfa y Fieldwood Energy LLC.  

** Doctor en Política Pública y experto en regulación del sector energético mexicano. Mentor de emprendimiento social y energías renovables, industrias inteligentes, movilidad sostenible y economía circular. Profesor en la Escuela de Gobierno del Tec de Monterrey: Políticas públicas, planeación estratégica, organizaciones públicas, administración pública. Ley de Murphy. 

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