Estados Unidos enfrenta una difícil situación ante la falta de alternativas al crudo canadiense, el mayor proveedor de petróleo pesado para sus refinerías. Canadá exporta cerca de 4 millones de barriles diarios, lo que representa casi la mitad de las importaciones de crudo de Estados Unidos.
Recientemente, el presidente Trump impuso sanciones del 25% a las importaciones de productos de Canadá y México, pero apenas dos días después, anunció una pausa de 30 días tras urgentes conversaciones con los líderes de ambos países. Según el inversor en energía Eric Nuttall, esta dependencia del petróleo canadiense podría poner fin rápidamente a la guerra arancelaria.
Los aranceles, aunque más bajos que los impuestos a otras importaciones canadienses, perjudicarían más a Estados Unidos, afectando la producción de las refinerías del Medio Oeste, que dependen en gran medida del crudo canadiense. Esto incrementaría los precios del combustible y afectaría el suministro, lo que contradice las promesas de Trump de reducir costos para los consumidores.
Por otro lado, Nuttall resalta la importancia de construir más oleoductos para diversificar los proveedores y evitar futuras dependencias. En comparación, las exportaciones de crudo mexicano a Estados Unidos son mucho menores, con menos de medio millón de barriles diarios, pero siguen siendo la segunda mayor fuente de petróleo extranjero.