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La gasolina en México


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Por Andrés Gutiérrez Torres,
CEO de CIEFSA

¿Qué es la gasolina?

Es una mezcla de hidrocarburos inflamable que se obtiene por la destilación fraccionada del petróleo crudo. Se espera que sus propiedades de volatilidad, inflamabilidad e índice de octano proporcionen a cualquier motor de combustión interna —que puede estar en algún vehículo— un fácil arranque en frío y una máxima potencia durante la aceleración. En México, hoy en día, en toda gasolina debe cumplirse con los estándares marcados en la NOM-016-CRE-2016.

Historia de la gasolina en México

La historia de las gasolinas en México ha tenido varios cambios a través del tiempo. Desde la Expropiación Petrolera hasta el momento actual, México ha venido modificando la composición de los combustibles, por un lado, con fines ecológicos y por el otro con objetivos prácticos, buscando el mejor funcionamiento y rendimiento de los automóviles.

El 18 de marzo 1938, el presidente Lázaro Cárdenas lleva a cabo la Expropiación Petrolera en México. Unos meses después, se crea la empresa del Estado llamada Petróleos Mexicanos (Pemex), la cual vio la luz el 7 de junio de 1938. A partir de esa fecha, México inicia actividades produciendo su primer combustible para motores, una Nafta destilada del petróleo que en 1940 se llamaría Mexolina, con un octanaje de 70 octanos, el cual sería bajo si se le compara con los parámetros que se manejan hoy en día.

Posteriormente, en los años cincuenta, con la llegada a México de gran cantidad de empresas americanas y alemanas como: Chevrolet, Chrysler, Ford, Oldsmobile, Mercedes-Benz, y Volkswagen, entre otras, se especifica que el tipo de combustible que estos automóviles necesitan debe tener un mayor octanaje que el que hasta entonces había ofrecido Pemex, por lo que la petrolera, tomando en cuenta esta necesidad, lanza al mercado la Supermexolina, un producto con mayor octanaje y más apto, llegando así, por primera vez, a una gasolina de 80 octanos.

Con el boom automotriz, las necesidades fueron cambiando para dar más poder a recién diseñados automóviles; seis años después de la Supermexolina, salió a la venta, en 1956, Gasolmex, un combustible de 90 octanos. Posteriormente, en los años sesenta, se introduce en el mercado la Pemex 100, gasolina de 100 octanos. Hasta aquí, Pemex y el mercado mundial buscaban una gasolina que diera más potencia a los motores, pero dejando de lado la parte ecológica y la salud de las personas. De 1966 a 1973 se comercializaron cuatro tipos de combustibles, con los que el conductor hacia una mezcla para llegar al octanaje deseado por su automóvil.

En los años setenta, con el fin de poder homologar la producción y la demanda del mercado, se toma la decisión de descontinuar estas cuatro gasolinas y producir únicamente dos, con octanajes fijos para el requerimiento nacional: Nova, una gasolina de 85 octanos y Gasolina Extra, de 94 octanos. Aunque esto implicaba la disminución de octanajes en los combustibles, la medida se tomó más por cuestiones de mercado y producción que por temas ecológicos, ya que las gasolinas seguían conteniendo altos niveles de plomo.

En temas de contaminación México demostraba poco interés, ya que al ser la potencia y el octanaje lo importante al momento de producir estas gasolinas, se descuidaba la salud y el medio ambiente, por lo que los residuos y emisiones eran muy nocivos para la salud. Hasta ese entonces, todas las gasolinas se producían con Tetraetilo de plomo, un compuesto utilizado para subir el octanaje; pero como hoy sabemos, el plomo es un elemento extremadamente tóxico. Además, estos combustibles también contenían elevadas concentraciones de compuestos aromáticos como Benceno y Tolueno, que se permitían, aunque tenían propiedades altamente cancerígenas.

En los años ochenta se toma conciencia, de manera más escrupulosa, sobre el daño causado al medio ambiente. Por ello, Pemex decide introducir en el mercado un producto con menor contenido de plomo, reduciendo en sus gasolinas el Tetraetilo de plomo, todo esto después de conocer los problemas provocados en el adelgazamiento del manto de ozono en la atmósfera, lo que después se conocería como “el agujero de la capa de ozono”.

Por ello, durante los años ochenta, se reformula la gasolina Nova. Con la preocupación medioambiental era imperativo ser rigurosos y estrictos con el plomo en los combustibles. Era una exigencia definitiva. Todo ello motivó que, en los siguientes cuatro años, alrededor de 1986, Pemex sacara a la venta la gasolina Nova Plus y la Extra-Plus; las dos conservarían el octanaje, pero disminuyendo su cantidad de plomo.

Sin embargo, el gran cambio se da en 1990 con la publicación de un estudio sobre la calidad del aire en la Ciudad de México, cuando se detectan cantidades muy elevadas de plomo en la lluvia. La gasolina de manufactura nacional contaba con concentraciones intolerables de este elemento; todo esto debido a que, al momento de quemar la gasolina, el humo salía con las partículas de plomo y, al llover, éstas caían con el agua contaminando todo lo que tocaban.

De igual manera ocurría con la lluvia ácida, que es causada por una reacción química que comienza cuando compuestos como el Dióxido de azufre y los Óxidos de nitrógeno salen al aire provocando la caída de Ácido sulfúrico y Ácido nítrico diluidos, pero con la suficiente acidez para afectar el ecosistema. Con esta investigación se decidió dejar de utilizar totalmente el plomo en la gasolina, lo que originó la presencia en el mercado de la gasolina Magna Sin (gasolina sin plomo sustituyendo a la gasolina Extra plus).

Hay que entender que, al disminuir el uso de plomo en las gasolinas, se tuvo que encontrar un sustituto para mantener los niveles de octanaje; para ello se utilizó un químico llamado Metil-trebutil-eter (MTBE), un compuesto muy revolucionario ya que, gracias a él, se logró que México tuviera gasolinas más ecológicas y menos contaminantes.

El MTBE es un líquido inflamable e incoloro que se añadía a la gasolina para aumentar la eficiencia del combustible y reducir la contaminación. El MTBE tiene 110 octanos por lo que su mezcla permite aumentar el octanaje y disminuir la contaminación que era común con otros compuestos más nocivos. En 1991, con la llegada de la gasolina Magna hubiera sido necesario dejar de utilizar la gasolina Nova; pero no es hasta 1997 cuando esta última sale del mercado. Al mismo tiempo, aparece una nueva gasolina llamada Premium.

Estas dos gasolinas llegan con la novedad de que son libres de plomo: Magna, de 87 octanos y Premium, de 92 octanos. Aunque las gasolinas ya estaban libres de plomo, aun tenían un contenido elevado de azufre, por lo que en 2003 se empieza la producción de gasolina con bajo contenido de azufre, siendo ésta la que utilizamos hoy en día.

En 2017 vienen a México, por primera vez, gasolinas que no pertenecen a Pemex y que traen diferentes tipos de calidades, por lo que se emite una normatividad para regular todo el mercado actual y el que se avizora, creando la NOM-016-CRE 2016. Entre los tipos de gasolinas que hay en México, se pueden encontrar:

  • Gasolina Pemex Premium a 91 octanos.
  • Gasolinas con biocombustibles que usan hasta 10% de Bioetanol, haciéndolas más limpias.
  • Gasolinas con octanajes de hasta 93 octanos.
  • Gasolinas de 91 octanos, pero que ya no usan MTBE, sino que obtienen su octanaje a través de un proceso más puro de refinación.

Hoy en día, el panorama es más complejo, debido a que la alta demanda de gasolina y la falta de importadores ajenos a Pemex complica el conseguir el producto, lo que ha provocado un mercado ilícito del mismo, combustible adulterado que bien puede generar problemas a los motores de los autos y a la salud de todos los habitantes.

El futuro en América Latina luce distinto al de países más desarrollados; mientras que en otras regiones la electrificación va avanzando poco a poco, en los países como México tenemos un alto rezago en producción de electricidad limpia y de transmisión eléctrica. En un escenario hipotético uno se pregunta ¿qué ocurriría si el 10% del parque vehicular en México se conectara a la luz?; seguramente no tendríamos la energía suficiente para soportar la demanda.

Por eso, lo que se visualiza es que los autos eléctricos no avanzarán a la misma velocidad que en países más desarrollados, lo que traerá la necesidad de seguir dependiendo de la gasolina, por al menos 40 años más; pero ¿qué hay de la reducción de gases emitidos por combustibles fósiles? Para esto se deberán tomar medidas similares a las siguientes:

  1. Ampliar la comercialización de vehículos a motor de combustión interna más eficientes.
  2. Empezar a probar el uso de biocombustibles mezclados con gasolinas.
  3. El uso de autos híbridos.

Si bien el uso del MTBE fue revolucionario en su tiempo, en la actualidad se conoce más a fondo, y se sabe que contamina los mantos acuíferos. Por esta razón, el manejo de compuestos como el Etanol podría ser el futuro, a corto y mediano plazos, para reducir la contaminación del aire y del agua.

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