México está en un punto de inflexión en su transición energética. Con el respaldo de tecnologías de almacenamiento, la expansión de la generación distribuida y el crecimiento del nearshoring, el país tiene la oportunidad de posicionarse como un líder en energías renovables y almacenamiento en América Latina.
La industria energética nacional atraviesa una transformación desde diversas aristas, impulsada por el crecimiento de las energías renovables y la creciente necesidad de soluciones de almacenamiento de energía. A medida que la demanda eléctrica incrementa y la infraestructura enfrenta desafíos, el almacenamiento se perfila como un factor de relevancia para garantizar estabilidad y eficiencia en el suministro. Asimismo, el auge del nearshoring en el país genera una demanda adicional de energía confiable para las nuevas instalaciones industriales.
De acuerdo con Gonzalo Gómez, gerente de Desarrollo de Negocios para la división Huawei Digital Power, la transición hacia una matriz energética más sostenible ya está en marcha. «Vemos una oportunidad muy grande en el mercado energético, cada vez hay más empresas con intenciones de migrar hacia energías renovables y otras que buscan disminuir el costo de la electricidad». Esto ha llevado a un crecimiento en la adopción de sistemas fotovoltaicos, pero también a la necesidad de acompañarlos con tecnologías de almacenamiento para garantizar un suministro estable, explica.
Más almacenamiento para la estabilidad del sistema
Desde hace aproximadamente una década, la generación distribuida empezó a ganar protagonismo en México como una solución ante la falta de infraestructura eléctrica en diversas zonas del país. Al respecto, el ejecutivo de Huawei explica que «cada vez más usuarios buscan tener el control sobre su propio suministro eléctrico, sin depender de cortes de energía o fallas en la red». Esto ha impulsado también el interés de instalar microrredes en sectores industrial, comercial y residencial, con sistemas que combinen paneles solares y baterías de almacenamiento.
Sobre esta línea, el almacenamiento de energía se vuelve crítico para administrar la electricidad generada en los momentos de mayor irradiación solar, almacenándola para su uso en horarios de alta demanda. «Podemos generar electricidad al mediodía, cuando el sol está más intenso, pero cuando más se necesita es en la tarde y la noche. Los sistemas de almacenamiento permiten trasladar esa energía a los momentos clave», indica Gonzalo Gómez. Además, estos sistemas ayudan a estabilizar la red y reducir la dependencia de fuentes de energía convencionales.
Por otra parte, el crecimiento del nearshoring en México intensificó la necesidad de contar con más infraestructura eléctrica confiable. La llegada de nuevas industrias a regiones como el norte y el Bajío del país ha puesto presión sobre la red eléctrica existente. «Estamos viendo un desarrollo impresionante de parques industriales en Monterrey y otros polos estratégicos, donde las empresas buscan integrar energía renovable y almacenamiento para garantizar su operación», señala el ejecutivo.
Debido a esto, una gran parte de esos desarrollos industriales han optado por combinar sistemas fotovoltaicos con almacenamiento de energía, para reducir costos y asegurar el suministro. «No va a ser viable que la red eléctrica por sí sola suministre la energía suficiente para todos los nuevos proyectos industriales. Complementar con energía solar y almacenamiento es fundamental», agrega.
En busca del desarrollo energético
A pesar del crecimiento en el sector de energías renovables, México todavía enfrenta desafíos en el cumplimiento de sus compromisos energéticos. «La administración actual ha planteado metas agresivas en cuanto al desarrollo de sistemas fotovoltaicos, y recientemente se publicó un plan de desarrollo con objetivos a 2027», menciona Gonzalo Gómez. Sin embargo, alcanzar la meta de energías renovables para el año 2030 dependerá de la implementación efectiva de estos proyectos y del apoyo tanto del sector público como del privado.
En este contexto, la generación distribuida y el almacenamiento juegan un papel clave. Estados como Jalisco lideran la transición con más de 90 mil contratos en generación distribuida y más de 600 MW instalados; mientras que otros estados como Yucatán y Baja California, buscan seguir el mismo camino. «Estamos viendo un desarrollo muy importante en estos estados, porque la infraestructura actual no es suficiente para soportar la creciente demanda».
Asimismo, el interés del sector privado también está impulsando el cambio. «Muchas empresas ya tienen objetivos de cero emisiones para 2030, lo que está fomentando una aceleración en el desarrollo de proyectos energéticos sostenibles», destaca.
Además de contribuir a la integración de energías renovables en el sistema eléctrico, el almacenamiento se está convirtiendo en una necesidad estratégica para la industria. «Los sistemas de almacenamiento permiten respaldar desde una casa hasta un parque industrial, asegurando un suministro confiable y reduciendo costos a largo plazo», comenta Gonzalo Gómez.
Con un retorno de inversión estimado en menos de cuatro años y una vida útil de aproximadamente 20 años, estas soluciones se perfilan como una opción económica y ecológicamente viable. «Económicamente tiene mucho sentido, y desde el punto de vista ecológico es una solución sostenible», concluye.