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De las velas a los focos: testimonios de la electrificación en México

Por: Marisa Miranda

Al hablar de un país que cuenta con el 99.29% de electrificación y una capacidad instalada en el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) equivalente a 88,748 MW, poco se habla sobre el 1% de la población que no es parte de esos números. En pleno 2024, casi 1.5 millones de personas no cuentan con un servicio básico que hoy es indispensable para lograr el desarrollo pleno de un estado, de una comunidad y de un ser humano, pues afecta directamente a la salud, la educación, la economía y la seguridad.

Cuando la realidad de la revolución tecnológica se enfrenta a la realidad de ese 1% que nunca ha tenido acceso a la electricidad, ya sea porque no pueden pagar el costo del servicio, o porque residen en comunidades rurales remotas alejadas de la red convencional, surge la necesidad de impulsar dicho desarrollo con soluciones eficientes, costeables y sencillas, como la instalación de un sistema fotovoltaico que consta de un panel solar y una batería.

Iberdrola México , de la mano de su socio técnico, Iluméxico, beneficia a más de 7,700 personas en los estados de San Luis Potosí, Puebla y Oaxaca. En este último, la compañía de generación de energía limpia celebra la cuarta fase del programa Luces de Esperanza con una inversión de 7 millones de pesos y 415 beneficiados, distribuidos en 99 viviendas y una escuela, electrificadas con paneles solares y baterías.

Dar por sentado que una vez que anochece simplemente se trata de “encender la luz”, es algo que los habitantes de la comunidad de Shabaconde, en el municipio de San Blas Atempa, Oaxaca, no hacían hasta hace algunos meses; asimismo, contar con un refrigerador para cuidar la comida perecedera, o una lavadora que facilite el trabajo doméstico, no era parte de la cotidianidad ni de la realidad de ese lugar.

“Ninguno de nuestras generaciones pasadas se rajó, ¿por qué nosotros sí? Sí salimos, hemos visto cosas allá afuera, pero siempre regresamos. A rajarse a su casa”, cuenta en entrevista Victoriano Reyes, habitante de Shabaconde, y resalta el impacto que ha tenido el acceso a la electricidad en su familia y en su visión del futuro. “Nos ha cambiado mucho la vida, esperamos hacer más, espero que más adelante esto nos ayude a producir, porque antes nos costaba mucho criar aves, lo hacíamos solo para la familia, pero ahora con las luminarias ya podemos pensar en hacer más; ya se piensa de otra forma, es la mentalidad del cambio”.

Como jefe de familia, David Hernández, primo de Victoriano Reyes y residente de la misma comunidad, también experimenta el cambio de mentalidad en sus hijos, que hoy tienen la oportunidad de ver la televisión y de hacer sus días un poco más largos, pues ahora ya no terminan con la puesta del sol.

A unos cuantos kilómetros de ahí, Faustino Espinosa es un campesino que vive de lo que cosecha y se comunica con nosotros en zapoteco, su lengua natal. Al cuestionarlo sobre el impacto que ha tenido la electrificación en su vida, habla sobre los cuatro focos que tiene en su vivienda y cómo son un realce para su día a día, especialmente en las noches. Sin embargo, en contraste con David Hernández y Victoriano Reyes, aprender a usar un sistema fotovoltaico puede llegar a ser un problema para Faustino Espinosa, que requiere ayuda del personal de Iluméxico y de sus familiares para verificar el estado de la batería y resolver cualquier fallo que este pudiera presentar.

Desafíos resueltos

Los paneles instalados por la compañía tienen una capacidad de 400 Watts; sin embargo, esto varía en función de las necesidades de cada estado y de cada fase. En la escuela beneficiada por la 4ª fase de Luces de Esperanza, se instalaron 900 Watts repartidos en varios paneles solares.

Iberdrola e iluméxico instalan un teléfono en la cabecera municipal, con el objetivo de brindar apoyo en caso de que los habitantes de las comunidades beneficiadas llegaran a presentar un problema con sus sistemas eléctricos. Alicia Valcarce, directora de la Fundación Iberdrola México, explica que Iluméxico realiza visitas programadas cada seis meses para revisar el estado del sistema.

El programa de mantenimiento de los sistemas fotovoltaicos instalados en diversos estados del país va en línea con el tiempo de vida útil de cinco años de las baterías que conforman a dichos sistemas.

“Lo importante de este proyecto es el mantenimiento y la sostenibilidad a lo largo del tiempo. El que a los cinco años se cambie la batería y el proyecto tenga una consistencia de 10 años desde que lo instalas, permite que sea un proyecto a largo plazo”, comparte Alicia Valcarce.

¿Y los costos? De una mensualidad de $220 pesos mexicanos, el beneficiario paga 50 pesos e Iberdrola absorbe el monto restante. Este dinero sirve para pagar los mantenimientos mensuales, además de servir como un fondo de ahorro para renovar la batería cuando sea necesario.

“Este es un proyecto donde tenemos un compromiso a largo plazo”, asegura Paola Martínez, directora de Comunicación y Responsabilidad Social en Iberdrola México.

De las velas a los focos

Durante la ceremonia del encendido simbólico de la 4ª fase de Luces de Esperanza en Oaxaca, Paola Martínez destacó que la elección de las comunidades beneficiadas por el programa se basa en la ubicación de las instalaciones de Iberdrola México . En nuestro país, el Parque Eólico PEM se ubica en la zona de La Ventosa, en Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, y fue el primer parque de la compañía en territorio nacional, inaugurado hace 16 años, en marzo de 2008.

“La energía eléctrica es fundamental y clave para el desarrollo de las sociedades, porque se integra en todos los aspectos de la vida. Queremos crecer de la mano de las comunidades, sin dejar a nadie atrás en el desarrollo”.

Las palabras de la directora de Comunicación y Responsabilidad Social de Iberdrola México tocan un punto estratégico: que nadie se quede atrás en el desarrollo. En un trayecto de casi tres horas por carretera desde las bahías de Huatulco, y a más de 250 kilómetros de la capital oaxaqueña, Shabaconde podría parecer un escenario irreal. Los habitantes de esta comunidad, que hasta hace poco destinaban un ingreso elevado para velas y cargar lámparas de diésel, hoy forman parte del camino a la electrificación. Aun así, todavía hay mucho por hacer.

Al cierre de la ceremonia, luego de un conteo regresivo del 10 al 0, se apagaron las velas y se encendió un foco, pero a la par también se encendió el desarrollo de la educación, la seguridad, la salud y la economía en 11 comunidades rurales de tres municipios del estado de Oaxaca.

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