En su intervención ante el Melbourne Mining Club, Meg O’Neill, CEO de Woodside Energy, advirtió que Australia está perdiendo competitividad en el sector energético global debido a obstáculos regulatorios, costos elevados y políticas gubernamentales que retrasan proyectos clave. Según la ejecutiva, estas barreras están alejando las inversiones, mientras que Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, ha implementado un entorno favorable para los proyectos energéticos, incrementando su producción de combustibles fósiles y atrayendo capital extranjero.
O’Neill destacó que la situación es crítica, ya que algunos estados australianos se han visto obligados a importar gas por primera vez, mientras que el aumento de precios y la incertidumbre generada por los controles de exportación impuestos por el gobierno de Anthony Albanese, especialmente hacia clientes clave como Japón y Corea del Sur, agravan la situación.
El retraso en la aprobación de proyectos por parte del gobierno australiano ha afectado tanto a empresas como Woodside, que lleva seis años esperando la autorización para un proyecto en Australia Occidental. Mientras tanto, Woodside está diversificando sus inversiones en EU, donde los proyectos energéticos avanzan con mayor rapidez, poniendo en evidencia la competencia directa entre ambos países en la carrera por la seguridad energética global.