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Frente frío en el sector: el cierre de año en Energía

Bien dice el cliché que, después de la tormenta, viene la calma. Esta quietud, sin embargo, es incómoda pues la acaricia la incertidumbre de lo que vendrá. La que escribe recién leía que la CRE liberó 433 permisos de estaciones de servicio, lo cual rompe la inercia arrastrada desde 2017. Sin embargo, así como una golondrina no hace un verano, tampoco estos permisos conforman un mercado. Menos aún cuando de ese número, 419 han sido para la “bandera” Pemex, mientras que solo cinco son para Shell, cuatro para Repsol, dos para G500 y uno para Mobil.

Es claro que la pechuga del pavo se la lleva Pemex, mientras que las alitas y uno que otro trozo de las patitas se la repartirán entre un puñado de actores de la iniciativa privada. Así las cosas, no cabe duda que el que por ahora engordará el mercado gasolinero será Pemex. También, es altamente probable que siga de subida, en peso y volumen, indefinidamente.

La salida de los comisionados Leopoldo Melchi y Luis Guillermo Pineda Bernal hace pensar en un refrán que solía decir mi padre: “hay que esperar lo mejor y prepararnos para lo peor.” Si de eso se trata, creo que la previsión para lo peor es más pragmática y realista que albergar expectativas positivas. Los hechos fríos así lo indican.

No sólo inquietan las salidas, sino también las llegadas. Por una parte, la salida de Melchi deja abierta la puerta de la presidencia de la CRE, la cual puede quedar acéfala por un tiempo, o no. Todo depende de los tiempos políticos. Para la desventura de quienes sostenemos que el desarrollo es un proceso ininterrumpible, en México se da que nuestros servidores públicos “naden de muertito” como si les pagáramos por tenderse de espaldas sobre el mar de sal entre Israel y Jordania mientras que las víctimas del fuego cruzado seremos los usuarios.

Por el momento, se ve que la Comisionada Leticia Campos sacó la “Uzi” y encañonó a Guadalupe Blas Nájera por omitir información que revela actos ilícitos por parte de un grupo de gasolineros beneficiados con un trato preferente. Es claro que Campos, al referirse a un grupo privilegiado, no se refiere a Pemex. También es notoria que la “grilla” por la presidencia de la CRE es lo que más se mueve en ese órgano regulador. Como dijo el ciego, ya veremos quién queda en la presidencia de la CRE y a qué política pública nos lleva.

Tema aparte son los permisos de generación eléctrica que reptan a velocidad de babosa. Ahí, además de la suspensión de plazos, este órgano regulador ha emitido una regulación que más que reglas, son muros. Las disposiciones administrativas para la obtención de un permiso, aplicables a partir de este año, simplemente imposibilitan su obtención.

Así que, dentro del tracto digestivo de la CRE, están atorados los permisos solicitados conforme a la regulación anterior, además de que no entrarán ni a la punta de su lengua aquellos que pudieren ser otorgados al amparo de esas reglas que exigen que las instalaciones estén ya terminadas para la obtención del permiso. Así, la CRE ha hecho más de los necesario para detener los permisos eléctricos solicitados al amparo de la regulación anterior e impedir que se soliciten nuevos.

En exploración y producción, curiosamente, el éxodo ha sido voluntario. A la fecha, 13 áreas contractuales han sido devueltas sin pena ni gloria. Entre los desertores hay gigantes como Equinor, BP, Repsol, Exxon y también otros más menuditos como Pantera, Jaguar y Capricorn. Ahí sí hay dudas sobre si fue un subsuelo yermo o el riesgo político lo que los mandó a levantar taladros. Algunos dicen que las devoluciones son habituales en la industria; que los pozos improductivos se dan en todos lados. Sin embargo, el mundo pasa por una coyuntura que hace que el riesgo geológico sea menos tolerable: en el ámbito local tenemos un gobierno liado en su política energética, en el mejor de los casos, mientras que el mercado global presenta volatilidades sin precedente. Con oportunidades más seguras en otros lares, mejor decir “aquí corrió” que “aquí murió.”

Y so pena de ser penosamente aburrida (porque el sector no lo es menos) están las consultas con Estados Unidos y Canadá que se prolongarán hasta que la puerca tuerza el rabo. ¿Habrá panel? La extensión de los plazos indica que las partes no desean ese desenlace del que México podría salir lastimado, tal vez con heridas profundas, si bien no letales.

Hasta aquí, estimados lectores, mi síntesis de dónde estamos parados a fin de 2022. De un invierno siberiano es posible que pasemos a la maldita primavera.

Negocios Industriales

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