Por Yolanda Villegas*
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) nos provee de la siguiente definición: “las sociedades del conocimiento tratan principalmente de capacidades para identificar, producir, procesar, transformar, diseminar y usar la información para construir y aplicar conocimiento para el desarrollo humano. Ellas requieren de una visión social empoderante que comprenden pluralidad, inclusión, solidaridad y participación” (UNESCO, 2005: 27).
Tomando en cuenta dicha definición y enfocándonos a la tarea gubernamental en el sector energético, se tiene que las autoridades están llamadas a conducirse de una forma constructiva y plural en cuanto a la participación de los distintos sectores, incluyendo por su puesto el caso de las renovables. La visión empoderante de la que trata la UNESCO al referirse a las sociedades del conocimiento es premisa fundamental para que se alcance una verdadera transición en la matriz energética hacia las denominadas “empresas de energía”.
En este sentido, la única forma en que podemos participar en el proceso de reforma al status quo es convirtiéndonos en una sociedad informada, que pueda en efecto filtrar y transformar la información que recibe en conocimiento y, consecuentemente, en desarrollo.
Partiendo precisamente de que la UNESCO en su Reporte denominado “Towards Knowledge Societies” del año 2005, ha manifestado que los derechos humanos son fundamentales para la existencia de una sociedad del conocimiento y que éstos deben ser la piedra angular de tales sociedades (UNESCO, 2005), desde la óptica de la propia matriz energética, ya se presenta la posibilidad de garantizar el respeto al marco jurídico y al derecho humano de vivir en un mundo con más acceso a los recursos naturales básicos para la vida digna del ser humano. Es imprescindible reflexionar la razón por la cual no hemos logrado convertirnos en una sociedad del conocimiento en materia de manejo y gestión de tecnologías limpias y productos innovadores enfocados al ámbito energético, así como para efectuar un uso más pronunciado de las llamadas “energías renovables”. Es claro que requerimos abatir los efectos del cambio climático y de la reducción de energías altamente contaminantes en el país.
Paul David y Dominique Foray, en su escrito “Economic Fundamentals of the Knowledge Society”, han manifestado que “los historiadores económicos han argumentado que en la actualidad, las disparidades en la productividad y en el desarrollo de los distintos países tiene menos que ver con la abundancia (o la falta de la misma) de recursos naturales, sino con la capacidad de mejorar la calidad del capital humano y de los factores de producción: en otras palabras, para crear conocimiento e ideas, e incorporarlas en equipos y personas” (David & Foray, 2016).
De allí la importancia de apostar al desarrollo del capital humano en el sector energético, y por supuesto esto incluye el transitar de una “sociedad de entretenimiento” a una “sociedad del conocimiento”. Es importante que se usen las tecnologías de la información de la sociedad actual para desarrollar una nueva forma de pensamiento y de educación. La gestión del conocimiento se vuelve clave para el desarrollo económico sustentable.
Asimismo, debe entenderse que “el conocimiento es necesario para generar cambio y que el nuevo conocimiento es agregado a la fábrica social precisamente a partir de este cambio. El cúmulo de recursos y de potencialidades humanas y socio-culturales en conjunto con estrategias, políticas, creatividad e innovación, imaginación y visión, convierte a las sociedades en líderes” (Zacher, 2016). Por eso es preciso enfocarnos en una nueva visión para fomentar la inclusión social en las políticas públicas y en la implementación de las mismas.
Además, sería relevante dejar a un lado sesgos culturales y relativismos sobre el uso de tecnologías innovadoras en el campo de las energías renovables en México. El país no puede darse el lujo de continuar construyendo infraestructura energética que no es funcional a largo plazo y que no solventa los grandes problemas de cambio climático. Hay que crear sociedades sabias e inteligentes en el manejo y la gestión de los recursos naturales del país, aprovechar la óptima irradiación solar y el uso de energías renovables para transitar en esta cadena de valor del sector energético. Lo anterior sin de ninguna forma denostar la gran contribución que los combustibles fósiles han efectuado y continúan realizando en México y a nivel mundial, pues el sector del oil and gas es, sin lugar a dudas, una parte fundamental para la dinámica social actual y, de acuerdo al BP Energy Outlook, nuestra economía desde luego continuará basada durante los próximos 25 años en el carbón, el gas y el petróleo.
Debe dejarse a un lado las sociedades del entretenimiento, donde los distintos sectores de la población se dejan llevar por la desinformación que otorgan determinados actores. Hay que recordar que “el auge de lo divertido y la posmodernidad… llegó acompañada de un descenso de nivel” (Martínez, 2011).
* Yolanda Villegas es Doctora en Ciencia y Tecnología graduada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Monterrey (Tec de Monterrey), y cuenta con Maestría en Derecho Internacional (MDI) por la Escuela de Graduados en Administración Pública y Políticas Públicas (EGAP) del Tec de Monterrey y Licenciatura en Derecho por parte de dicha institución. Adicionalmente, ha cursado Diplomados en Cornell University (Ithaca, New York) Georgetown University (Washington, D.C.) Université de la Sorbonne (París, Francia), y Harvard University (Boston). Tiene un libro publicado en materia de Derechos Humanos, y otro más en temática del Agua, así como diversas publicaciones en revistas académicas a nivel internacional. Fue Presidenta Nacional de los EXATECs, y actualmente es Consejera de la Universidad Autónoma de Nuevo León y Directora Jurídica, de Regulación y Cumplimiento de Vitol México, la trading Company de energía más grande del mundo.