Por Oscar Roldán, profesor de Economía de los Energéticos en el Colegio de México y Director Oil and Gas Division en R9 Holdings
Hace alrededor de 15 años, la ahora extinta Comisión Nacional de Hidrocarburos, hizo pública por primera vez la producción mensual de todos los campos petroleros y gasíferos de México, así como de sus reservas. La batalla no fue nada fácil y no merece la pena recordarla; sin embargo, se ganó con un solo argumento: si el petróleo y el gas, así como Petróleos Mexicanos, son de todos los mexicanos, por qué no informarles. Es parte de nuestro derecho a la información, más cuando nos repiten todos los días que Pemex es de todos los mexicanos.
Ese primer paso fue el inicio de toda una revolución en materia de información del sector de hidrocarburos en México.
En 2013 se formalizó la integración de la información generada en las actividades de exploración y extracción de hidrocarburos por parte de una sola autoridad, en representación del Estado Mexicano y se reguló el uso y aprovechamiento de la misma.
El marco legal en materia de información en ese entonces permitió que empresas de geofísica invirtieran más de 3,400 millones de dólares en información propiedad de la Nación. La información sísmica 2D en el Golfo de México se triplicó, gracias a la campaña de adquisición sísmica más grande en la historia de nuestro país. Todo esto sin que el Estado tuviera que desembolsar un solo peso.
Adicionalmente, se definieron formatos de información técnica para clasificar adecuadamente toda la información geológica, geofísica y petrolera de México. Se hizo así para toda la información histórica de Pemex y para toda la generada por las empresas privadas. Se construyeron dos Litotecas Nacionales donde se clasificaron y resguardaron la totalidad de las muestras físicas de rocas tomadas por Pemex y las empresas privadas.
Finalmente, se creó un portal donde cualquier mexicano podía acceder para consultar el índice de todo este acervo de información e incluso solicitar su acceso bajo esquemas de licenciamiento.
Este gran esfuerzo buscaba multiplicar el conocimiento del subsuelo de México para poder descubrir y producir más hidrocarburos. La base del conocimiento es la información; sin embargo, la generación de conocimiento requiere que la información sea consultada, estudiada y analizada en la mayor medida posible y por la mayor cantidad de personas. El conocimiento lleva a la eficiencia y al éxito en cualquier industria.
Un ejemplo de esto nos lo da la experiencia de Reino Unido en 2019, que determinó que toda la información del subsuelo (geológica, geofísica, petrofísica, etc.) era de acceso abierto para cualquier persona en el mundo. Esto trajo importantes consecuencias: el estudio de la información se multiplicó y eso permitió generar ideas que redujeron la tasa de declinación de petróleo en el Mar del Norte, así como proponer campos maduros de gas para incrementar producción y hacer frente a la crisis surgida en Europa como resultado de la guerra en Ucrania.
Asimismo, surgieron una gran cantidad de códigos gratuitos para análisis y procesamiento de información.
Al contrario, los procesos licitatorios de Pemex de la administración anterior para operar campos de hidrocarburos no permitieron el acceso a la información, si bien se podía ver, no se podía analizar, ni manipular, había que tomar nota en papel y pluma y con esto hacer una propuesta de valor para explotar un campo por 20 años, con las consecuencias que esto implica para una propuesta presentada con esas deficiencias.
Les propongo que veamos a la información como un potenciador para generar conocimiento y no como secreto nacional. El acceso a la información es condición necesaria para el éxito, su restricción afectará muy negativamente a una industria que ya está al borde del colapso.