Por Luis Vielma Lobo
En memoria de Francisco Javier Flamenco López
Sea este un reconocimiento a quienes con su trabajo, tesón y lealtad mantienen a PEMEX Exploración y Producción en acción. Valiosos líderes que existen en la organización y que, en muchos casos, pasan desapercibidos en medio de entornos complejos.
Llega antes del amanecer, trabaja incansablemente durante la mayor parte del día, sale cuando la responsabilidad cumplida lo permite, casi siempre tarde en la noche. Para él no existe reloj, existe el tiempo, su cronómetro lo dicta el cansancio de su cuerpo, o quizá el cansancio de su mente. Su lugar de trabajo está en todas partes: en la oficina, en el vehículo que lo transporta de un lugar a otro, en el activo donde labora. Sabe de sus responsabilidades, conoce sus retos, está claro con su sentido de compromiso. Su motivación principal es el trabajo en la empresa petrolera nacional, PEMEX, para la cual laboró toda su vida profesional.
Desde niño le llamaba la atención eso del petróleo. En la escuela primaria, todavía muy chico, aprendiendo historia, conoció que para México es la más importante fuente de ingresos. Aprendió, que hasta el año 1938, no lo explotaban los mexicanos. También, que a partir del 18 de marzo de ese año el Presidente de la República, General Lázaro Cárdenas, expropió los activos de las empresas extranjeras que se encontraban trabajando en el país y decretó el nacimiento de Petróleos Mexicanos, la empresa nacional responsable de la actividad petrolera.
Al culminar su preparatoria decidió estudiar Ingeniería Petrolera en la Universidad Nacional Autónoma de México, la UNAM. Ya había investigado acerca de la industria petrolera mexicana en varios trabajos que desarrolló acerca de este tema durante la secundaria y la prepa. Obtuvo su título de Ingeniero de Petróleo en 1992 y decidió trabajar en PEMEX. ¿En dónde más? Había recibido algunas ofertas de empresas de servicio internacionales, pero él estaba claro que su objetivo era ingresar en PEMEX. Estaba claro que su compromiso como profesionista recién egresado era servir en la empresa nacional. Para él era un asunto de orgullo nacional, de responsabilidad con el país que le había permitido educarse.
Así comenzó su carrera en PEMEX Exploración y Producción (PEP), la subsidiaria encargada de la explotación de los hidrocarburos; su sueño comenzaba a hacerse realidad justo en fecha cercana al día en el cual México celebraba el 54 aniversario de la expropiación petrolera. Desde entonces transcurrieron treinta años de su vida dedicados a PEP. Sus inicios como ingeniero de desarrollo de sistemas de computación aplicada a la Gerencia de Producción Región Sur le permitieron mostrar sus dotes de liderazgo, consolidado luego en unos cuantos proyectos, entre los cuales destacaron el proceso de mantenimiento de presión del Complejo Antonio J. Bermúdez, la delimitación, caracterización y desarrollo del campo Samaria, el desarrollo del campo “Lakach”, primer proyecto de aguas profundas en PEP y base para el desarrollo del gas en el país.
PEMEX, la empresa de su vida, esa que le permitió entender lo extraordinario que es el mundo petrolero, le permitió forjarse una base económica, ayudar a sus padres y hermanos, e inclusive lo acercó al amor de su vida y madre de sus tres hijos. Esa misma empresa le enseñó desde el primer día el valor de la puntualidad y responsabilidad, cuando su primer supervisor le indicó que debía llegar muy temprano a chambear, que la explotación de petróleo es cosa de todos los días, las 24 horas, que la perforación de un pozo no espera por quien no está allí a tiempo, en la plataforma marina o el equipo de perforación en tierra. Aprendió con el ejemplo de sus jefes, quienes siempre llegaban más temprano que sus supervisados, un código de los petroleros, llegar siempre antes de lo pautado.
Cuánto aprendizaje, minuto a minuto, hora a hora, día a día. Enseñanzas de varias fuentes, inmediatas muchas veces, observando a sus colegas con más experiencia, atendiendo indicaciones de gente más grande, siguiendo instrucciones de sus jefes, pero sobre todo investigando, cuestionando, siempre preguntándose por qué así y no de otra manera. Al principio, dudando si externar sus preguntas y sus dudas.
¿Qué pensarán?, ¿Que no tengo las competencias adecuadas?, ¿Que me falta algún conocimiento específico?, ¿Que la UNAM no paso por mí? Tantos pensamientos, tantas dudas, tantas vacilaciones, tanta incertidumbre. Pero el tiempo y la experiencia adquirida viendo a otros colegas hacer las cosas bien, y haciéndolas él mismo, igualmente con buenos resultados, le fueron dando “colmillo”, saber cuándo preguntar, cuestionar, guardar los silencios inteligentes y siempre respetuoso de la jerarquía y la institución.
Con su compostura profesional fue ascendiendo la escalera técnica y administrativa dentro de la organización, con base en su trabajo, esfuerzo, compromiso y sobre todo su liderazgo y buenos resultados. Ello no paso inadvertido para sus supervisores y jefes, quienes le apoyaron en su desarrollo de carrera. Llegó a los niveles más altos de la Dirección Técnica y Operativa de Exploración y Producción, transfiriendo conocimientos a los nuevos profesionales con base en sus experiencias, capacitándolos en tiempo real a través del trabajo diario, y liderando con su ejemplo y palabra.
Así fue Paco – para sus colegas y amigos – siempre cordial, atento, profesional, íntegro y buen colega. Nos deja un gran legado que servirá de ejemplo para aquellos jóvenes ingenieros que pudieron conocerlo y trabajar con él. También un recuerdo que siempre será motivo de orgullo para su familia.
Su nombre Francisco Javier, sus apellidos Flamenco López, sus credenciales: ingeniero Petrolero, líder de Exploración y Producción de la empresa nacional y fiel exponente de los valores de PEMEX, mexicano orgulloso de su gentilicio.