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México en el camino hacia la descarbonización para 2050

 

Escrito por Juan Manuel Carbajosa, Director de Desarrollo de Negocio de Prodiel para México

 

En 2016, México se comprometió, a través del Acuerdo de París, a que el 35 por ciento de la energía generada para 2024, y el 50 por ciento para 2050, fuera a través de fuentes renovables. Dichos objetivos se suman a otros, como reducir en un 25 por ciento los gases de efecto invernadero de vida corta y en un 51 por ciento las emisiones de carbono, lo que requiere de ciertos incentivos. La pregunta, entonces, es: ¿tenemos lo necesario para cumplir con estas metas?

De acuerdo con el informe Tendencias Globales en la Inversión en Energías Renovables 2019 de la ONU, México ha tenido un crecimiento exponencial en energía renovable, pues se han invertido casi 23 mil millones de dólares en los últimos diez años, algo de lo que el país debe presumir y seguir fomentando. La única manera para lograr dichos acuerdos internacionales es con una estrecha colaboración entre la iniciativa privada y el Gobierno.

Impulsar esos objetivos no solo será positivo en términos de cumplimiento de compromisos internacionales, sino que la población y diversas industrias tendrán acceso a la energía más barata del mundo. Sin embargo, el panorama en el país luce complicado para después del 2021, cuando los proyectos comprometidos en la tercera subasta de energía eléctrica entren en operación, ya que la atención estará en ver cuáles serán los mecanismos que el Gobierno implemente para continuar con el crecimiento del sector.

Ninguna administración (o empresa en el mundo), puede alcanzar por su propia cuenta las metas de estos acuerdos, de tal modo que la tarea es y será la apertura a la participación privada para hacer frente a los principales desafíos que aborda México para alcanzar la llamada ‘descarbonización’ en 2050.

Por un lado, uno de los mayores retos es garantizar la infraestructura necesaria que evite la saturación de las líneas de transmisión. Según información del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), el 6 de junio de 2018 se alcanzó la demanda máxima histórica en el Sistema Interconectado Nacional, con 46.813 megawatts, lo cual representó un 4,44 por ciento más con respecto a la demanda máxima del año anterior (44.820 megawatts).

Las líneas de transmisión en México tienen más de 20 años de servicio, y si a eso le sumamos el crecimiento de la demanda eléctrica anual se podrían generar las condiciones necesarias para saturar la red, y consecuentemente, impactar la evaluación de energía nueva generada. Es decir, la transmisión eléctrica no está creciendo al mismo ritmo que la generación, provocando que no haya espacio para nuevos proyectos. Es una prioridad impulsar la infraestructura adecuada para las líneas de transmisión, sobre todo en las regiones del norte y el sur del país.

Por otro lado, tras la implementación de la última reforma energética se impulsó la formación de un Mercado Eléctrico Mayorista (MEM) que funciona de manera muy similar a otros mercados: el principio de oferta y demanda en la industria eléctrica, en donde las empresas o usuarios tienen la oportunidad de contar con más opciones de proveedores de electricidad.

El arranque de operaciones del MEM hace tres años, ha impedido que se consolide la competitividad. Sin embargo, se aprecia una falta de liquidez, por lo que el objetivo está en hacer madurar este mercado, ya que se trata de una de las mejores alternativas para disponer de energía limpia a precios competitivos, contribuyendo al desarrollo de nuevos proyectos renovables y a la consecución de los objetivos para 2050.

A su vez, está el mercado de los Certificados de Energía Limpia (CEL), instrumentos que impulsan el desarrollo de las energías renovables con el objetivo de hacer atractiva la inversión. Por ello, es indispensable respetar su propósito, pues admitir la generación de CEL a plantas construidas previo a la reforma y a tecnologías que no son renovables, no solo crea una distorsión en el mercado y en el cumplimiento de las metas, sino que desestimula la construcción de nuevas y más eficientes plantas de energías renovables.

México necesita abrir más espacio a la inversión privada en la industria eléctrica y dar luz verde a las subastas de energía limpia, con el fin de atender la demanda creciente de energía, evitar apagones, saturaciones a la red eléctrica y alcanzar la meta de la Ley de Transición Energética y el Acuerdo de Paris.

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