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ESG: reinventando la visión de los proyectos energéticos

Por Luis Vielma Lobo
Ejecutivo con más de 40 años de experiencia en la industria, director de varias empresas y presidente de la Asociación Mexicana de Empresas de Servicios (AMESPAC).

El diseño y ejecución de proyectos energéticos se ha venido haciendo más complicado y retador, incluso si están asociados a la exploración y producción de hidrocarburos, generación y distribución de electricidad o a las energías alternas. Sin duda el cambio climático nos ha obligado a volver la mirada y cuestionar las prácticas que se han utilizado tradicionalmente para este propósito.

Conociendo la importancia de la energía para la calidad de vida de todos, podemos entender que contribuir con la implementación de proyectos sostenibles, eliminando fuentes de contaminación de cualquier tipo, es un reto que brinda muchos beneficios. Aunque hay diferentes opiniones sobre la gravedad y aceleración del cambio climático, existe un consenso general que relaciona la producción y consumo de energía fósil, como su causa y también como su solución.

Quienes conformamos el sector energético somos actores de la transición energética y aquellos con responsabilidades de dirección y toma de decisiones tienen la tarea de incorporar las inversiones de capital requeridas para cumplir con los objetivos climáticos acordados por los países reunidos en la Conferencia COP 21 en Paris, y continuar revisando y abriendo los caminos que incrementen su velocidad de implementación.

Hasta ahora, ha existido laxitud en el cumplimiento de estos objetivos a pesar de lo establecido en los criterios ESG (ambiental, social y de gobernanza) cuyas estrategias y parámetros permiten a las empresas y gobiernos desarrollar carteras de proyectos sostenibles, con el fin de obtener los incentivos que tales criterios han establecido en términos de bonos verdes y prioridades en el financiamiento.

Hoy en día los clientes de proyectos energéticos exigen instalaciones que funcionen adecuadamente cumpliendo los correspondientes objetivos de seguridad, tiempo y costos. Las premisas establecidas en los asuntos ambientales (prevención y eliminación de focos contaminantes) y el impacto social (necesidades y requisitos de poblaciones y ciudades), son expectativas asociadas a estos resultados.

De allí la importancia que ha cobrado el entendimiento y la aplicación correcta de los criterios ESG, y cómo convertirlos en un plan o programa que facilite su cumplimento, con base en metas y medidas establecidas, para conocer su progreso e incorporar acciones correctivas de ser necesario.

La implementación de un programa ESG requiere de conocimientos específicos y procesos claramente estructurados, para que los gerentes y equipos de proyectos trabajen con especialistas, expertos, proveedores de servicios y las audiencias interesadas en su implementación. Los inversores, financistas, socios comerciales y consumidores consideran el compromiso y cumplimiento de una empresa con los criterios ESG como un factor crítico de su valor actual y su éxito futuro.

Aunque prevalece el debate sobre las métricas que deben utilizarse para estos propósitos y su correlación con los resultados financieros a largo plazo, existe un acuerdo general en el cual las empresas deben dar prioridad al cumplimiento de tales criterios. Así pues, ESG de alguna forma, ha llegado para quedarse.

Los proyectos energéticos actuales forman parte, en cierta medida, del proceso de transición energética, es decir, de las iniciativas para mitigar el impacto de la producción y el consumo de energía en el ecosistema mundial. Algunos en particular, como las instalaciones a gran escala de energía eólica y solar, son extensiones de las tecnologías de energía renovable/verde, mientras que otros, como la captura, utilización y secuestro de carbono, permiten la descarbonización de las fuentes de energía basadas en los hidrocarburos.

En el caso de México la prioridad tiene que ver con aquellos proyectos de energía fósil, es decir, los que generan energía a partir de fuentes de hidrocarburos y carbón. También aquellos que generan los materiales y productos que luego se transforman en combustibles, incluyendo las instalaciones para la producción de petróleo en tierra y costa fuera, así como la licuefacción y el refinado de gas.

Del mismo modo, los relacionados con infraestructuras energéticas, los cuales permiten transportar, procesar y almacenar la energía, tales como gasoductos, sistemas de distribución de electricidad, terminales marítimas, instalaciones de tratamiento de petróleo y gas y plantas de regasificación de GNL.

Lo anterior sugiere la revisión del tema regulatorio a fin de que instituciones como la CNH, ASEA y SEMARNAT adopten las premisas de ESG para el desarrollo de proyectos, y puedan certificar a aquellos que cumplen con los estándares mínimos de calificación. Dicha certificación será la base para que las empresas puedan tener acceso a los incentivos mencionados en términos de reconocimiento de bonos verdes y consideración para requerimientos de financiamiento.

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