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Retos y oportunidades para el uso de baterías e hidrógeno en el sector automotriz mexicano


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Por Adrián Montemayor,
ejecutivo de Ventas Senior en Acclaim Energy México

Aunque es notable la penetración de las baterías de litio en el sector automotriz mexicano, es importante comparar sus ventajas y desventajas con respecto al avance del hidrógeno en dicho sector, analizando sus características clave y delineando los requisitos para su desarrollo continuo en México.

Las baterías de litio han experimentado un ascenso vertiginoso, tanto en el sector industrial como en el mercado automotriz. A nivel industrial, la diversificación de la matriz energética y la reducción de emisiones son prioridades clave, ya sea para lograr el cumplimiento de metas corporativas, o por el requerimiento de las cadenas de suministro que integran. La incorporación de baterías como sistemas de almacenamiento en plantas de producción, surge debido a su versatilidad, rápida respuesta y la capacidad de agregar confiabilidad a la red interna de sus instalaciones.

Adicionalmente, y en ciertos casos, las baterías se ven utilizadas de manera complementaria con otros esquemas de suministro, especialmente a través de la Generación Distribuida, donde la energía renovable que se genera y no se consume instantáneamente se puede almacenar en estos sistemas (llamados BESS) y utilizarse en horarios pico, cuando la energía de la red pública típicamente es más cara; o en menor medida, como un sistema de respaldo ante eventuales apagones.

En el mercado automotriz, la incorporación de baterías es una tendencia en crecimiento. Debido a regulaciones más estrictas de emisiones, incentivos gubernamentales o una creciente conciencia sobre la importancia de reducir la huella ambiental, han sido factores clave en su integración. Los vehículos eléctricos (VE) alimentados por baterías de litio han encontrado aceptación, tanto en el segmento de autos ligeros como en el de vehículos pesados o “semi-pesados”, con un enfoque particular en flotas comerciales. Pero, a diferencia del ramo industrial, existen factores limitantes que impactan el desempeño de estos sistemas en los vehículos en que se incorporan, como el espacio que ocupan o el peso de estas.

Por ende, el avance de las baterías de litio no está exento de desafíos. Adicional a las limitaciones físicas, la infraestructura de carga es uno de los principales obstáculos que limita la adopción masiva de VE en México. Además, el costo de producción de baterías y la disposición adecuada de sus componentes al final de su vida útil, son áreas que requieren atención. La creación de un ecosistema sólido de producción local de baterías y su integración en la cadena de suministro automotriz, es un paso crítico para maximizar los beneficios económicos y medioambientales.

Para las empresas que buscan o ya están en proceso de migrar o evolucionar a que sus vehículos o “flotillas” sean eléctricos, es importante tomar en consideración los recursos que serían necesarios para cargar o “llenarle el tanque” a estos vehículos. Esta demanda adicional de energía para recargar las baterías, tendrá un impacto significante en el perfil de consumo o demanda de la empresa y se verá reflejado en su costo operativo.

Desde la perspectiva de Acclaim Energy, existe la posibilidad de desarrollar e implementar las estrategias adecuadas para la optimización del perfil de energía de la empresa, tomando en consideración este requerimiento adicional de electricidad. Con ello, se podrá planificar una estrategia de suministro que no solo complemente, pero potencialice las ventajas relacionadas con la incorporación de los vehículos eléctricos.

A pesar de la prominencia de las baterías de litio, el hidrógeno ha ganado tracción como alternativa potencial en la movilidad sostenible, para combatir algunos de los obstáculos y limitaciones físicas que tienen otros sistemas. La celda de combustible de hidrógeno permite una rápida recarga y una mayor autonomía en comparación con las baterías, lo que lo hace atractivo para ciertos escenarios, especialmente en vehículos pesados y flotas de larga distancia.

No obstante, la adopción del hidrógeno en el sector automotriz enfrenta retos significativos. La producción y distribución de hidrógeno verde o renovable a gran escala, son aspectos costosos y complejos. Además, la falta de infraestructura de recarga y la necesidad de resolver problemas de seguridad en el almacenamiento y manipulación del hidrógeno, son factores que ralentizan su adopción.

Comparando la efectividad de ambas opciones en el entorno automotriz, ambos tienen sus ventajas y desventajas. Por ejemplo, el combustible de hidrogeno destaca en su autonomía, tiempo de recarga, capacidad de almacenamiento y emisiones (suponiendo que sea hidrogeno producido a través de fuentes renovables). Pero uno de los desafíos que presenta el hidrogeno, y donde toman ventaja los sistemas de almacenamiento de baterías, es en la infraestructura requerida para su abastecimiento y carga, en conjunto con sus altos costos operativos.

Para lograr el desarrollo sostenible de ambas tecnologías en México, es fundamental abordar los desafíos existentes. Se requiere una inversión sustancial en infraestructura de carga, con énfasis en ubicaciones estratégicas. Además, se debe fomentar la inversión en investigación y desarrollo local para reducir los costos de producción y aumentar la eficiencia de las tecnologías. En cuanto al hidrógeno, se necesita una estrategia integral que aborde la producción, distribución, almacenamiento y seguridad. La colaboración público-privada y la coordinación intersectorial son imperativas para superar estos obstáculos.

El mercado automotriz mexicano está en una rápida evolución para desarrollar, adoptar o incorporar tecnologías limpias en su proceso productivo. Las baterías de litio ya han ganado terreno en vehículos ligeros y flotas comerciales y, aunque el hidrógeno es prometedor, aún tiene mucho camino por recorrer debido a la etapa de evolución en la que se encuentra en el país.

Para que tanto las baterías de litio como el hidrógeno se desarrollen plenamente en México, se requiere una inversión estratégica en infraestructura, investigación y desarrollo, así como una colaboración sólida entre los sectores público y privado. El futuro de la movilidad sostenible en México y las cadenas de suministro de las cuales forman parte en una escala global, dependerán en gran medida de la manera en la que se aborden estos retos, y cómo se toma ventaja de sus oportunidades.

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