Por: Miriam Grunstein
Nadie sabe con quién le tocará compartir una mesa en el Canal del Congreso. De haber sabido que, casi 20 años después serías director general de PEMEX , tal vez hubiera sido menos insolente contigo –seguramente, no-. Ahí nos conocimos y por tiempo breve mantuvimos el contacto por un interés mutuo muy particular: los contratos petroleros.
En ese entonces, tú insistías que los Contratos de Servicios de Pemex eran concesiones; y yo te contradije hasta la asfixia. Pero ni te pude convencer ni tú a mí. Recuerdo que argumentabas que esos “contratitos” (así mismo los llamaste) eran veneno para PEMEX y una maldición para la Nación. En eso tenías cierta razón. Las empresas de servicios le cobraban un ojo de la cara a nuestra empresa con unos resultados miserables. Eso lo discutimos un día cuando, por única vez, nos reunimos en un restaurante de comida china –algo cutre pero sabroso— ahí por Mariano Escobedo.
Desde entonces, nos encontramos esporádicamente en distintos foros. La última vez que supe de ti fue en 2018 porque a ambos no nos pagaba una revista para la que escribíamos. Me mandaste un mensaje preguntando si a mí me habían remunerado, te respondí que no y quedamos en echar montón en contra de nuestro deudor. Nunca lo hicimos. Ojalá el mentado dueño de la revista no te deba nada. O le deben estar brotando almorranas porque quedó con un saldo en contra del hoy Director General de Petróleos Mexicanos.
A pesar de que te he visto muy poco, y menos ahora desde que México se partió en dos polos desconectados, tu trabajo como investigador ha sido un referente constante en mis aulas y publicaciones. Me inquieta cómo le haces para ser así de camaleónico: la pluma grilla y la del académico serio parecen ser empuñadas por manos y mentes distintas. Ahora cuestiono quién dirigirá Pemex, el grillo o el que tanto sabe.
Supongo que en eso te pareces mucho a la presidenta, de quien eres colega y compañero de batallas desde hace muchos años. Ahora te tocará sacarle lo verde a Pemex, al ser éste el mandato de tus jefas, Claudia y Luz Elena. Ay, Víctor, entre mujeres ambientalistas te veas. Esta conversión te va a sacar canas verdes, pues las platinadas las tienes desde que nos conocimos. Encaneciste joven, y deseo de corazón que no mueras prematuramente en el intento, de hacer de Pemex una empresa “sustentable”, sin ánimo de lucro.
Creo que sabes mejor que yo que las empresas que ya invierten en energías renovables, hidrógeno verde y almacenamiento/captura de carbono aplican parte de sus utilidades para transitar, de ser petroleras a “empresas de energía”. Si ahora Pemex no puede ni con su “core business”, menos aún albergo esperanzas que, al contrario del proceso natural de las manzanas de mi rancho, Pemex vaya a transitar fácilmente de “podrido a verde”.
Ajena a toda alineación partidista, deseo que tu liderazgo sea exitoso. Puedo no estar de acuerdo con ciertas o muchas políticas públicas, pero en ningún momento he querido que gobierno alguno fracase. Y menos cuando se trata de Pemex, del mayor activo público de este país, tan importante y tan mal administrado. Algunos han criticado tu nombramiento porque eres un académico. Y sí, a veces los estudiosos son peores que inútiles, afuera de su cubículo. Pero confío en tus conocimientos y en tu inteligencia. Ya sabrás acercarte a personas más duchas en la administración de empresas. Y recuerda, diga lo que diga la Constitución, tendrás que generar riqueza. El bien social no se paga solo. Y, si algún día te da la vida para otra comida china, aquí andamos.
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