Por Kathya Santoyo
La situación financiera de Petróleos Mexicanos (Pemex) ha escalado a niveles críticos debido al creciente adeudo con su red de proveedores, particularmente con las empresas del sector de servicios petroleros. De acuerdo con el presidente de la Asociación Mexicana de Empresas de Servicios Petroleros (AMESPAC), Rafael Espino, la deuda reconocida con la proveeduría se triplicó en los últimos siete años, y al cierre del primer trimestre del 2025 las cifras oficiales de Pemex reconocían pasivos superiores a los 20 mil millones de dólares.
En exclusiva para Global Energy, el titular de la asociación dijo que esta cifra equivale al costo total de la refinería de Dos Bocas, que originalmente fue presupuestada en 8,900 millones de dólares y que ahora supera los 23 mil millones, sin haber alcanzado todavía ni la tercera parte de su capacidad de refinación proyectada.
Uno de los principales obstáculos que enfrentan las empresas proveedoras, agregó, es el sistema de codificación de pagos y descuentos de Pemex, conocido como COPADE. “Este sistema funciona como un filtro que impide facturar servicios ya prestados. Se ha convertido en un mecanismo dilatorio que paraliza los cobros”, afirmó Rafael Espino.
La situación ha derivado en una cadena de impagos que afecta sobre todo a las pequeñas y medianas empresas del sector, muchas de las cuales carecen de acceso a mecanismos de factoraje financiero como el credit default swap implementado por grandes bancos.
La AMESPAC estima que entre el 12 y el 15% del total de la deuda corresponde a sus empresas afiliadas, lo que representa más de 50 mil millones de pesos (alrededor de 2,500 millones de dólares) en servicios prestados que no han podido ser facturados debido a las trabas administrativas.
“El dinero que el gobierno federal ha destinado a Pemex se ha utilizado para pagar deuda financiera, pero no para honrar los compromisos con la proveeduría, lo que ha erosionado gravemente la cadena de valor del sector”, señaló el líder empresarial. Las consecuencias no son menores: “la producción petrolera nacional ha disminuido un 11% desde 2018, y los planes operativos siguen contrayéndose”.
Entre las medidas que el gobierno ha anunciado recientemente se encuentran nuevos contratos mixtos para atraer inversión privada, con los que se espera captar hasta 8 mil millones de dólares. No obstante, el presidente de AMESPAC puntualizó que “esta cifra no representa ni la tercera parte del adeudo total con los proveedores. Son proyectos de largo plazo, y lo que se necesita ahora es resolver el problema inmediato”.
En ese sentido, la Asociación considera que es urgente que el gobierno federal adopte una postura clara y decidida para atender la crisis de pagos. Las empresas, particularmente las PyMEs, se enfrentan a una presión de tesorería insostenible, y muchas de ellas están al borde del colapso.
“Julio era nuestra estimación crítica; ya estamos a finales del mes y no ha habido ninguna respuesta oficial. Las empresas no pueden seguir operando bajo estas condiciones”.
Además de la falta de pagos, la AMESPAC señala que el presupuesto de inversión de Pemex para 2025 ya ha sido ejercido en un 80%, a pesar de que el año aún no concluye. “En el sistema de hidrocarburos hay que invertir para extraer. Si no hay CAPEX, no hay producción”, advirtió Espino, quien también detalló que las metas de producción han sido revisadas a la baja varias veces en el sexenio. De una proyección inicial de 2.4 millones de barriles diarios, la cifra se ha reducido a menos de 1.5 millones en la actualidad, incluyendo condensados que antes no se contabilizaban.
El impacto de esta crisis se concentra particularmente en el segmento de exploración y extracción, donde se ha visto suspendida la emisión de COPADE y paralizados los pagos, a diferencia de otras áreas como Pemex TRI, que mantiene un ritmo más regular en sus compromisos financieros.
Sobre las causas de esta situación, Rafael Espino identifica una combinación de decisiones estratégicas y problemas de gestión.
“Se desvió el dinero de los campos productivos a inversiones no rentables, como las refinerías, y hubo una ruptura en la transición entre la administración anterior y la actual. Además, no existe un plan coherente para mejorar la productividad y rentabilidad de la empresa”.
El panorama a futuro tampoco es alentador si no se actúa con prontitud. La AMESPAC ha hecho un llamado público a las autoridades del sector energético, solicitando tres acciones concretas:
- Reconocer y liberar la facturación de los servicios prestados en 2024, que aún no han sido validados.
- Garantizar la facturación regular durante 2025 para evitar que el problema se siga acumulando.
- Diseñar un programa de pagos inmediato que atienda los adeudos históricos con las empresas proveedoras.
“Las tres exigencias se resumen en dos palabras: respuesta y certidumbre. Hasta ahora, no hemos recibido ninguna. Lo que ha habido es ignorancia. Nos han ignorado”, subrayó el presidente de AMESPAC.
En relación con la posibilidad de que algunas empresas quiebren, la asociación reconoce que no cuenta con un censo detallado, pero advierte que, excluyendo a las multinacionales, todas las demás empresas del sector enfrentan un riesgo real de insolvencia. “A todas se les debe”.
Finalmente, el líder del gremio sostuvo que para atender esta crisis es indispensable una reestructuración integral de la deuda de Pemex, que ya supera los 100 mil millones de dólares, y un plan estructurado de inversión que supere el corto plazo.
“Se necesita juntar a todos los actores: Pemex, la Secretaría de Energía y las empresas de servicios. No basta con anuncios o promesas. La empresa necesita aire, y el país necesita una política energética coherente”.
Mientras tanto, la AMESPAC seguirá insistiendo en la necesidad de certidumbre para un sector que, históricamente, ha sido uno de los pilares económicos de México.






