Estados Unidos podría modificar su vínculo con la Agencia Internacional de la Energía (AIE) tras cuestionamientos surgidos desde sectores republicanos, que critican la metodología del organismo con sede en París. El secretario de Energía, Chris Wright, indicó que se consideran dos vías: reformar la operación de la agencia o retirar al país de la misma, en respuesta a lo que calificó como previsiones poco realistas sobre la evolución del sistema energético.
La controversia se origina en la incorporación de escenarios que proyectan una estabilización de la demanda mundial de petróleo hacia finales de la década, fundamentados en políticas gubernamentales favorables a los vehículos eléctricos y la transición energética. Según Wright, dichas proyecciones no reflejan el comportamiento real del mercado, postura que coincide con el énfasis de la administración Trump en mantener el uso de combustibles fósiles como eje de seguridad energética.
El organismo internacional ha defendido sus modelos, señalando que se construyen sobre supuestos técnicos diversos que evalúan posibles trayectorias de evolución energética. Sin embargo, voces como la del senador republicano John Barrasso han acusado a la AIE de actuar como promotora de la transición energética, desdibujando su papel como ente técnico y neutral frente a los desafíos energéticos y climáticos.
El debate podría tener implicaciones para el liderazgo geopolítico de Estados Unidos en temas energéticos globales, dado su papel histórico como principal contribuyente financiero y técnico dentro de la AIE. Por ahora, Washington mantiene abierto el diálogo con el organismo, mientras explora escenarios de reforma institucional que, de no prosperar, podrían desembocar en una eventual salida del país.






