Por Mikhail Smyshlyaev
Instituto IRTTEK
Turquía es uno de los mercados energéticos de más rápido crecimiento del mundo. Además, sirve como un «puente» entre las regiones ricas en energía del Caspio y Asia Central. A través de su territorio pasa el gasoducto del Cáucaso Meridional, y el Bósforo y los Dardanelos turcos han sido durante mucho tiempo puertas de entrada del crudo ruso y del Caspio a los mercados internacionales. En 2013, 2.9 millones de barriles de crudo al día pasaron por el estrecho turco. Y estas no son las únicas arterias energéticas que pasan por el territorio turco.
La importancia de Turquía como punto de tránsito de recursos naturales es difícil de sobreestimar, y a la luz de los acontecimientos actuales en Europa Oriental podría aumentar aún más. Ankara ya está llena de ideas sobre cómo aprovechar la crisis en Ucrania. Sobre todo teniendo en cuenta que el país es miembro de la OTAN y candidato a la UE.
Turquía está dispuesta a hacer todo lo posible para “atar” dos continentes. Incluso está dispuesta a cooperar con Israel que es un país ideológicamente hostil. Parece que no hace mucho, en 2018, los países expulsaron a sus embajadores. Pero a la hora de cooperar en el suministro de gas, las partes olvidaron sus discrepancias. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, está dispuesto a discutir el tránsito de gas israelí desde sus yacimientos en alta mar hacia Europa, como anunció hace un par de meses.
Erdogan también ha mantenido conversaciones con Irak sobre el suministro de gas natural. Los turcos ya envían gas desde Kirkuk, en el norte, a través de su puerto mediterráneo de Ceyhan a Europa. Pero hay planes para aumentar los suministros.
El oleoducto de Kirkuk a Ceyhan es el más antiguo de Turquía. Según los informes de envío de Boutros, el oleoducto bombea 25,000 barriles por hora, es decir, 600,000 bpd. Transporta Kirkuk, una mezcla de ácidos pesados, desde el norte de Irak hasta el puerto mediterráneo de Ceyhan. La propia Turquía no tiene grandes reservas, ya que produce 66,308.27 b/d (en 2016), ocupando el puesto 58 del mundo.
El tránsito de gas desde Azerbaiyán desempeña un papel importante para Turquía. Se suministra a Europa a través del gasoducto transanatoliano (TANAP), con una capacidad de 10 bcm al año. El gasoducto del Cáucaso Meridional transporta 6.6 bcm anuales desde Bakú hasta Erzurum, pasando por Tiflis. Y Azerbaiyán no está en absoluto en contra de aumentar el volumen de bombeo. El vecino Turkmenistán, que actualmente produce 62,000 millones de metros cúbicos al año, también quiere aumentar su capacidad y redirigirla a Europa, pero actualmente la mitad de lo producido se queda en el país, mientras que la otra mitad se exporta a China.
Incluso el sancionado Irán consigue bombear 10,000 millones de metros cúbicos de gas al año a través del gasoducto Tabriz-Ankara, según la organización Botas. Como vemos, Turquía es un verdadero cruce energético mundial. Sin embargo, los turcos intentan desarrollar también otros campos. Por ejemplo, la energía nuclear y la energía solar.
Descomponer el sol en átomos
A principios de 2022, el viceministro de Energía y Recursos Naturales del país, Alparslan Bayraktar, señaló que sin la energía nuclear sería imposible alcanzar los objetivos de neutralidad de carbono para 2053. Por lo tanto, incluso los planes esbozados para construir 12 grandes reactores no serán suficientes. «Necesitamos más», declaró Bayraktar.
Estados Unidos y el Reino Unido ya han ofrecido a los turcos sus reactores modulares móviles. También continúan las negociaciones con China para construir cuatro grandes reactores nucleares en Tracia, en el noroeste de Turquía. La empresa rusa Rosatom, bastante conocida gracias a sus proyectos en América Latina, está construyendo a toda velocidad la central nuclear de Akkuyu, de 4.8 gigavatios. El lanzamiento de la primera fase de 1.2 GW está previsto para 2023, pero la situación actual y las sanciones pueden cambiar los planes.
El presidente Recep Tayyip Erdoğan ha expresado en repetidas ocasiones su apoyo a la energía solar y eólica. Gracias a ello, las cifras de FER están aumentando gradualmente. En 2021, la cuota de la energía eólica y solar en la generación total de electricidad alcanzó el 13.6%. En 2020, se mantuvo estable en el 11.7%. Por cierto, Turquía es el quinto país de Europa y el duodécimo del mundo en cuanto a capacidad solar y eólica instalada. En todo el país se han construido 186 parques eólicos. Además, Turquía es un país meridional, con una duración media anual de sol de 2,640 horas y un potencial de energía solar estimado en 380,000 millones de kWh/año.
En 2017, Turquía generó alrededor del 7% de su electricidad total a partir de la energía eólica y solar. Si Turquía pudiera triplicar esa cifra, ahorraría más de mil millones de dólares al año. El plan es satisfacer el 30% de sus necesidades de electricidad con energías renovables modernas para 2030.
Pero el punto medioambiental también es un problema en la asfixiante Turquía, donde el 97% de la población urbana está expuesta a emisiones de partículas que superan las normas de la UE y la OMS. En 2010, unas 29,000 muertes prematuras en Turquía estuvieron relacionadas con la exposición a las emisiones de partículas y ozono. Según algunos informes, sólo 6 de las 81 ciudades donde se han realizado estudios cumplen las normas de contaminación atmosférica.
Sin embargo, la necesidad de desarrollar todo el espectro energético no sólo viene dictada por la preocupación medioambiental, el deseo de independencia o la creación de empleo. El hecho es que la población de Turquía está creciendo a un ritmo enorme. En 2007 eran 70 millones de personas, y han crecido hasta 81 millones después de sólo diez años. Para abastecer de electricidad a esta población en rápido crecimiento, el país necesita desarrollar todas las áreas al mismo tiempo. Los turcos no pueden permitirse aplazar este problema.