Por: Miriam Grunstein
Esta será la última, más no la menos importante, carta que escribo a alguien del gabinete de Claudia Sheinbaum. Al contrario, es ésta la que escribo con más cariño y respeto, en honor al tanto tiempo que llevamos de ser amigos. Ya te dije en corto lo muy feliz que me ha hecho tu nombramiento como Subsecretario de Electricidad.
Ahora te lo manifiesto en público. ¡Lo justo es justo y mereces el cargo como nadie! Tus conocimientos, experiencia, dedicación, sensibilidad y ética harán mucho por el país, en particular por quienes más carecen de justicia energética. Eres JUSTO la persona correcta para abordarla.
Confío en que, pese a la vastedad de tu agenda, no dejarás el tema atrás y sabes que estoy a tu lado, con pasión y compromiso, para que el objetivo de aproximarnos a la Justicia Energética, plasmado en la Estrategia Energética y de Desarrollo Sostenible de este gobierno, no quede en letra muerte.
Te confieso que, ya muy desanimada, hace algunas semanas decidí que la decena de documentos impresos de planeación energética, que guardo desde los tiempos de Calderón, sirven mejor en el piso de las jaulas de mis pericos. Llámense como se llamen, ya sea planes, programas o –pomposamente—estrategias, sus “objetivos” y “metas” no han tenido mejor destino que la trituradora de papel. ¡No dejemos que eso pase con la justicia energética!
Sabes que para mí este es un tema personal. Llevo años acosándote con la misma queja, En mi altar de Día de Muertos de este año puse todos los aparatos eléctricos fenecidos por las variaciones de voltaje en mi cabaña: tres computadoras, dos radiotransmisores, una trasquiladora de borregos, dos bocinas, dos pilas externas para el celular.
Hemos llegado al punto de no querer enchufar nada a la corriente, pese a que nos hemos equipado –de pe a pa—con reguladores. Tengo pilas externas para todo y ahora me pregunto si existen pilas externas para las pilas externas por el terror que me causa la Corriente Directa.
Hay algo que me preocupa más que mi pánico eléctrico: el estoicismo imperturbable de mis vecinos. Mientras que yo me cuelgo de la lámpara con cada apagón, ellos se alzan de hombros y dicen que “así es la vida en el pueblo”. Tú sabes que tal estado de cosas es inaceptable, lo hemos hablado y aquí, ante los ojos de todos los lectores de este medio, me comprometo a apoyar a quienes me indiques, y por el tiempo que sea, para que la Justicia Energética, sea EL tema de política pública en el que debemos de incidir.
Para ello, y abuso de tu confianza al hacerlo, convoco con urgencia a la sociedad civil, a la academia, a las empresas, a las ONG´s, a los partidos políticos y a quien escuche y deba sumarse, a apoyar la iniciativa para lograr la Justicia Energética para México. Habrá mucho que hacer puesto que, no se diga cada región, sino cada hogar, puede tener necesidades específicas, diferenciadas.
Conmigo cuentas para los desvelos requeridos para estudiar, contrastar, profundizar, preguntar, debatir y dar los primeros pasos para atender este problema que ni siquiera se menciona como tal en nuestras leyes. Con tanta cosa que se ha movido trepidante en el congreso ¿No sería momento de legislar a favor de la Justicia Energética?
Quedo pendiente…
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