Por Kathya Santoyo
México enfrenta uno de los dilemas más apremiantes de los últimos tiempos: seguir con prácticas altamente contaminantes en la producción de petróleo y gas, o adoptar tecnologías probadas que podrían colocar al país como referente mundial en control de emisiones. Para Audrey Mascarenhas, presidenta y directora general de Questor Technology Inc., la respuesta está en dejar de lado las soluciones caras e ineficaces y enfocarse en lo urgente: detener el metano.
“El problema que deberíamos estar resolviendo no es el dióxido de carbono, sino el metano, que es 28 veces más potente que el CO₂ en un período de 100 años y 86 veces peor en un período de 20 años”, afirma Mascarenhas, quien ha liderado por más de dos décadas una empresa canadiense especializada en tecnologías de incineración en cámaras herméticas con recuperación de calor.
Tecnología con 99.99% de eficiencia
Questor cuenta con una certificación única en el mundo: la norma ISO 14034, que valida el desempeño ambiental de su tecnología con una eficiencia de combustión del 99.99%. Esta certificación no proviene de pruebas internas, sino de múltiples evaluaciones de terceros realizadas por sus propios clientes en condiciones reales de operación.
“Quemamos de forma limpia gases residuales y metano, convirtiéndolos en CO₂ y agua. Si el gas contiene sulfuro de hidrógeno, lo transformamos en dióxido de azufre, eliminando también los riesgos para las personas”, explica. Esto toma importancia al considerar que cada día, en el mundo se queman y ventean 14.5 mil millones de pies cúbicos de gas natural, que provienen de sitios donde puede instalarse tecnología como la que ofrece Questor.
“Con nuestras unidades podríamos evitar un gigatón de emisiones al año a nivel global. La tecnología ya existe y está probada con un historial de 25 años. Es cuestión de voluntad”, afirma.
México: Un líder en potencia
Mascarenhas asegura que México se encuentra en una posición privilegiada para actuar, ya que cuenta con reservas energéticas relevantes, un sector petrolero activo y una conciencia creciente sobre el impacto ambiental de sus operaciones. “México tiene todo para liderar. Si toma la decisión correcta, puede demostrar al mundo que se puede producir energía de forma responsable”, señala.
Questor ya colabora con Pemex en proyectos de exploración terrestre. En 2011, la petrolera mexicana validó la tecnología de Questor para el manejo de gas amargo (con más del 20% de ácido sulfhídrico) tras una visita técnica a Canadá, eximiéndola de pruebas adicionales por su eficacia comprobada y cumplimiento con regulaciones mexicanas como la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LEGEEPA).
En estas operaciones, el gas que antes se quemaba se redirige a unidades que lo destruyen de forma controlada, sin flama visible ni humo negro. En un proyecto destacado en México, donde se instalaron 13 unidades de Questor con una inversión de 20 millones de dólares, el resultado fue la reducción de 450 mil toneladas de emisiones al año. “Pemex fue parte de ese proyecto. Ahora estamos colaborando con sus equipos de perforación y completación en nuevos sitios”, detalla.
La presión regulatoria refuerza la necesidad de estas soluciones. En 2016, la entonces Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) multó a Pemex con 2.1 millones de pesos por exceder los límites de quema y venteo de gas en Ku-Maloob-Zaap, donde se quemaron 550 millones de pies cúbicos diarios, equivalentes al 32% del gas importado por México. Pemex fue obligado a invertir 2,446 millones de dólares en actividades de mitigación, destacando la urgencia de tecnologías como esta para cumplir con metas de aprovechamiento del 98%.
Soluciones rápidas y accesibles
La tecnología de Questor ofrece una respuesta práctica que permite a Pemex cumplir estos objetivos regulatorios de manera rápida y rentable, al reemplazar la quema ineficiente con unidades de incineración compactas y de alta eficiencia.
La experta asegura que la instalación es sencilla. Una unidad nueva puede entregarse en un plazo de entre 8 y 16 semanas, lo que permite iniciar proyectos en un periodo razonable. “Las emisiones que provienen del venteo y la quema de gas representan una enorme oportunidad para detener el aumento de temperatura y mejorar la salud pública. No requerimos grandes presupuestos. Muchas soluciones pequeñas, de bajo costo y acción rápida pueden tener un impacto mucho mayor en el combate al cambio climático”, señala.
El costo no es un obstáculo, asegura. Mientras otras tecnologías enfocadas en captura de carbono o hidrógeno verde requieren mayores inversiones y plazos largos, el producto de la empresa canadiense permite reducir emisiones por menos de 10 centavos de dólar por tonelada. Las unidades tienen un costo que varía según el volumen de gas que se busca procesar, con equipos que van desde los 80 mil dólares hasta un par de millones.
Además, la tecnología permite generar energía limpia. Combinada con el sistema Organic Rankine Cycle (ORC) de ClearPower, una incineradora Questor puede producir electricidad a partir del calor residual, reduciendo la dependencia de generadores diésel.
“En uno de nuestros proyectos, una empresa que destinaba el 10 % de su producción de petróleo al calentamiento del crudo descubrió que podía aprovechar el gas quemado de forma limpia por una unidad Questor como fuente de calor alternativa. Eso les permitió dejar de quemar su propio crudo y venderlo, lo que incrementó de forma significativa su rentabilidad”, explica. Es así que el modelo transforma un pasivo ambiental en un activo operativo.
Mascarenhas también destaca que la tecnología contribuye a mejorar la salud de las comunidades, apoyando metas de sostenibilidad de la ONU y objetivos ESG. “Las personas no quieren vivir junto a una flama encendida 24/7. Nuestra tecnología elimina el humo, el olor y el ruido. Eso da tranquilidad y facilita permisos”, afirma.
La ingeniería detrás del vórtice
La tecnología de Questor está patentada y se basa en el control preciso del aire en el proceso de combustión. A diferencia de otros enfoques basados en la combustión tradicional, la compañía partió del conocimiento operativo en petróleo y gas para desarrollar un sistema que genera un vórtice de alta velocidad dentro de la unidad, lo que permite mezclar el aire con los hidrocarburos de forma homogénea y mantenerlos girando el tiempo suficiente para completar el proceso de combustión.
“Shell comprobó que podíamos introducir más del 150% de aire en exceso, y eso garantiza que cada molécula se queme por completo”, detalla. Este sistema no solo permite una eficiencia superior, sino que también hace posible auditar los resultados. “Podemos evaluar un sitio, medir cuánto se ventila o se quema, y luego cuantificar cuánto se elimina realmente. Todo es verificable. Aplicamos ingeniería básica para analizar desde pozos de perforación hasta estaciones de compresión, y hemos trabajado en cada una de las etapas de la cadena de valor”, afirma.
Más allá del petróleo, el potencial se extiende a otras industrias como la minería, agricultura, rellenos sanitarios y tratamiento de aguas residuales. “Donde haya metano, podemos actuar. Si lo eliminamos, podemos desacelerar el calentamiento global en esta generación”, sostiene.
México, asegura Mascarenhas, tiene una decisión importante que tomar. “Su nuevo gobierno quiere desarrollar el sector de petróleo y gas. Pero no se trata solo de producir más, sino de hacerlo mejor. Esta es una oportunidad de liderar con responsabilidad”, concluye.






