Por Kathya Santoyo
La minería mundial atraviesa un momento de inflexión. La presión por garantizar minerales críticos para la transición energética se cruza con la incertidumbre generada por tensiones geopolíticas y el incremento de costos operativos. En este contexto, Fernando Romero Espinosa, General Manager de Honeywell Chile, subraya que el sector enfrenta desafíos inmediatos, pero también oportunidades estratégicas que lo convierten en una pieza indispensable para el futuro energético global.
“Si tuviera que resumirlo en una palabra, diría que la industria está expectante”, afirmó Romero en exclusiva para Global Energy. A su juicio, el largo plazo ofrece perspectivas favorables, impulsadas por la transición energética que demanda litio, cobre, cobalto, hierro y tierras raras. Sin embargo, el corto plazo plantea nubes en el horizonte:
“La minería requiere exploración, nuevos yacimientos, proyectos y permisos. Y si uno lo ve en términos de oferta y demanda, la demanda va a ser mucho mayor que la oferta, por lo tanto, naturalmente el precio va a tender a subir. Pero la industria enfrenta también el tema de alza de costos”.
La minería como parte de la solución
Romero plantea que, aunque históricamente la minería ha sido señalada por su impacto ambiental, hoy constituye un habilitador indispensable para alcanzar la sostenibilidad. “La minería muchas veces es vista como un problema desde el punto de vista de sustentabilidad o ecosistema. Pero es gran parte de la solución, porque la transición energética no será posible sin minerales”, explicó.
Los autos eléctricos, dijo, requieren cinco veces más cobre que los vehículos convencionales, además de litio para sus baterías. La expansión de la infraestructura de transmisión eléctrica, los motores y sistemas de almacenamiento demandan minerales críticos que solo la minería puede proveer. “Sin producción minera, será imposible concretar la transición energética global y reemplazar los combustibles fósiles”, agregó.
Paralelismos con la industria de oil & gas
El directivo destacó la relación entre la minería y el sector petrolero, dos industrias extractivas que comparten procesos y retos. “Es casi una paradoja, porque la industria de oil and gas se desarrolló con más tecnología antes que la minería, y esa experiencia ahora puede transferirse”, señaló.
Recordó que Honeywell tiene presencia en más del 75% de las refinerías del mundo, lo que les ha permitido acumular conocimiento en control, automatización y eficiencia que puede aplicarse a la minería. “El proceso es muy parecido. Las tecnologías de control, de automatización y de apoyo al ser humano para tomar mejores decisiones operacionales son las mismas. Tenemos casos de éxito que se pueden trasladar a la industria minera para acelerar su productividad y eficiencia”, puntualizó.
La transformación digital en Latinoamérica
Consultado sobre el estado de la digitalización en la minería latinoamericana, Romero comparó los avances en Chile y México. “Los niveles son muy similares en automatización e instrumentación, pero la gran diferencia es que en Chile existe más fomento, tanto privado como estatal. La introducción de tecnología es más dinámica, pero la oportunidad está en México”, explicó.
México, dijo, cuenta con tradición minera en oro, plata y cobre, y el potencial para expandir la industria está ahí. Lo que falta es el impulso suficiente. “Si está la atracción del mercado, se desarrolla la minería y se genera un ecosistema que provea mejor tecnología, más condiciones de trabajo y nuevas fuentes laborales. La tecnología es un habilitador para cualquier industria”, sostuvo.
Seguridad, eficiencia y sostenibilidad como ejes
En su visión, el siguiente paso para las empresas mineras en la región debe ser la adopción decidida de tecnología digital. “La minería en Chile es hoy la industria más segura. La tecnología sirve para hacer que los procesos sean más eficientes y controlados, y eso ya es un camino recorrido. Con el apoyo de empresas que proveen mediciones, sistemas de control y software avanzados, se puede gestionar mejor los procesos”, afirmó.
Romero subrayó que el éxito dependerá de tres ejes fundamentales: seguridad, sustentabilidad y rentabilidad. La digitalización no solo permite optimizar la operación, sino también atraer a nuevas generaciones de talento que buscan entornos laborales tecnológicos. “Cada vez más la gente joven no quiere trabajar en minería, pero si la industria ofrece un ambiente digitalizado, será más atractivo, seguro y productivo”, explicó.
Más allá de la tecnología, el desafío radica en la cultura organizacional. “La minería es cada vez más segura y los ambientes de trabajo se han hecho más controlados. La digitalización permite capacidades de predicción y análisis que optimizan el negocio, pero lo más importante es tener la voluntad de querer desarrollar la minería de esa manera”, señaló.
La posibilidad de trasladar avances de sectores como el aeroespacial a la minería refuerza esa visión. “Honeywell provee tecnología para satélites y telescopios en órbita. Traer esa tecnología a la minería no es sencillo, pero es posible. Lo más importante es la decisión de hacerlo”, afirmó.
Al proyectar el futuro, Romero advirtió que diez años no son un horizonte lejano para la industria, pero sí suficiente para prever cambios estructurales. “Habrá faenas más seguras, con menos personal expuesto al riesgo, más equipos autónomos y plantas cada vez más automatizadas. Veremos menos operadores en camiones o perforadoras y más centros de inteligencia alejados de la faena, donde se tomen decisiones de manera segura”, concluyó.






