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Ecosistemas diversos benefician a la economía de México


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Luego de la implementación de la reforma energética en México hace una década, en el periodo de 2013-2015, las expectativas se elevaron, pues esto representaba un cambio ambicioso en la estructura que tenía el sector de la energía. Algunos países alrededor del mundo habían hecho cambios sobre segmentos específicos, como el oil & gas o la generación eléctrica. Sin embargo, México involucró a toda la cadena de valor, y con ello se esperaban efectos a la economía nacional.

De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, el escenario de México con la reforma energética presentaba números positivos en el Producto Interno Bruto, derivados de la llegada de nuevas inversiones y a largo plazo. Además, las regulaciones y la política pública jugaron un papel preponderante, pues era necesario estructurar un piso parejo en el mercado, que garantizara transparencia y competencia justa en todos los procesos por venir.

En entrevista para Global Energy, David Enríquez, socio propietario del despacho Goodrich, Riquelme y Asociados, comparte que actualmente México se encuentra en un proceso que llama efecto pendular. “Uno de los temas interesantes que se generaron a lo largo de los años de implementación de la reforma, fue la creación de un ecosistema con empresas y participantes de todos tamaños, colores y sabores, con decenas de nacionalidades en toda la cadena de valor del sector, y no necesariamente los gigantes”.

El especialista asegura que el panorama actual, a pesar de no ser óptimo, permite visualizar que un ajuste de precios de los energéticos y petrolíferos, así como la llegada de inversiones en todos los sectores económicos, requiere de una decisión primordial: “ninguna empresa gubernamental, ni de México ni del mundo, es suficiente para los niveles de inversión que se tienen que hacer”.

Una nación integrada

Actualmente México, por su situación geopolítica, ve oportunidades únicas como el auge del nearshoring. No obstante, estas oportunidades se dan con base en acuerdos y compromisos con otros países de Norteamérica y Europa. A pesar de que México tiene capacidad de producir y ser líder en los nuevos modelos del sector industrial, también debe adaptarse a las necesidades de dicha industria, como la producción limpia, a partir de fuentes de energía limpia.

“Teniendo todo lo bueno y complicado de tener una relación tan integrada a la de la economía norteamericana, en donde es prácticamente ya el ADN, no puedes hablar de Estados Unidos y México, sino que ya son entidades profundamente integradas. Las cadenas productivas en México no son mexicanas, ni son de Estados Unidos ni de Canadá, son de una región”, explica David Enríquez.

Al respecto, destaca que, para mantener ese crecimiento regional, un intercambio comercial de 800,000 millones de dólares anuales, se debe considerar que una de las principales fuentes para hacerlo es el sector energético, por lo que la inversión y mantenimiento a esta área debería de ser primordial. “Necesitas generación limpia, líneas de transmisión, y el tema de hidrocarburos debe mantenerse con una visión de transición”, comenta.

Lo que para otros países alrededor del mundo ya es una realidad, en México buscamos detonarlo, como la electrificación de la flota vehicular en el transporte público, en el caso específico de esta región. “Nosotros habríamos esperado eso desde hace mucho tiempo, una estrategia aplicada en las ciudades más grandes del país, que contemple financiamientos y que sirva para cambiar u optimizar las líneas de transmisión. De esta manera favoreces al ecosistema múltiple, con un mejor orden por parte de la política pública del Cenace”.

Desde la perspectiva de David Enríquez, este momento es clave para dialogar y tratar de visualizar los beneficios que obtendría el país, de seguir por el camino de la transición energética y de la reforma promulgada en el 2013, siempre y cuando se hagan algunas adecuaciones.

“Naturalmente había que hacer algunas adecuaciones: al régimen de Pemex y de la CFE había que mejorar algunas cosas, pero en el mismo camino a reconocer que ningún gobierno con sus empresas nacionales lo puede hacer solo, necesitamos un ecosistema. Y mientras más rico sea en nacionalidades, especialidades, tamaños, mejor te va, porque no centralizas todos los huevos en la misma canasta, sino que compartes riesgos, inversiones y creas un ambiente ganar-ganar; eso tiene un mayor efecto en la economía a largo plazo, y no solamente en el sector energético”.

El 1, 2, 3 de las inversiones

Para llegar a un punto en el que se incentiven las inversiones, se necesitan dos puntos estratégicos, explica David Enríquez: el qué y el cómo. Es decir, primero es necesario volver al reconocimiento como sociedad civil, para que haya energía sin escasez y a un precio razonable, con un efecto positivo para la economía, de forma que México se vuelva un país más competitivo para la inversión. “Eso es lo primero que falta, el reconocimiento, el qué”.

Por otra parte, el cómo: volver a las instituciones, sin menoscabar el rol que tiene, por ejemplo, la Comisión Reguladora de Energía, el Cenace, la Comisión Nacional de Hidrocarburos, por mencionar algunas; es decir, volver a un diseño institucional ordenado, en donde el hacedor de política pública se diferencie del regulador. “El regulador lo que busca es crear pisos parejos. El hacedor de política pública es el que realmente decide hacia dónde se va en términos de propuestas legislativas, de integración regional, eso es política pública”.

De este punto se deriva la importancia de la distinción entre un diseño institucional que distinga quién es quién y en donde se hagan las modificaciones necesarias, tanto a la CFE como a Pemex, de manera ordenada y natural. Así, David Enríquez concluye qué México debe volver a un diseño institucional ordenado, a hacer políticas públicas y a la regulación que garantice piso parejo. “El sector es un instrumento, no es un fin en sí mismo. Es decir, la energía ayuda para la manufactura, la agricultura, los servicios, no debemos verlo como un fin, es simplemente un medio”.

Oportunidades en la transición energética

El contexto energético actual va de la mano con el desarrollo tecnológico que enfrenta el sector industrial a nivel global. De acuerdo con David Enríquez, todos los grandes movimientos en el mundo son generados por la tecnología y el conocimiento. “Hay una clara tendencia en el mundo, y una obligación moral y legal, de ir hacia las metas del 2030 y 2050 en transición energética, a la buena o a la mala”.

Frente a este escenario, los países que no cumplan con las metas anuales acordadas en el Acuerdo de París, relacionadas con la reducción de emisiones contaminantes, empezarán a experimentar “mecanismos de corrección por transición energética”; es decir, la aplicación de aranceles a la exportación de los productos de ese país. “En otras palabras, si no has hecho tu tarea como país o como empresa privada o pública, y quieres exportar cualquier manufactura a cualquier país va a tener un arancel de todo lo que no has cumplido”, explica el especialista.

Estas sanciones afectarán a dicho país de manera que lo dejarán fuera del mercado internacional. “Para evitar que esto afecte a un exportador como México, la próxima administración debería enfocarse en una agenda francamente agresiva para motivar, incluso si es necesario con cierta fuerza, al sector empresarial hacia la transición energética real, efectiva, donde veamos claramente programas de transición energética medibles. Todo eso pasa por la tecnología, pero no solamente eso, sino por todo un tema de políticas públicas y de financiamiento”, asegura David Enríquez.

Finalmente, desde la visión del socio propietario de Goodrich, Riquelme y Asociados, el contexto geopolítico le ofrece a México, ahora más que nunca, una oportunidad imposible de dejar pasar. “Hay una auténtica necesidad de invertir. Esta enorme oportunidad que tiene México de un nivel de integración todavía más sólido con el mercado norteamericano, en donde se pueda favorecer toda la economía y trascender el nivel de intercambio comercial a algo más sustancial, creo que es inigualable. México tal vez sea el único país del mundo que está en esa posición, sería increíble que no la aprovechemos”, concluye.

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