Por Miriam Grunstein
No pidas que se te concederá. El sexenio pasado había desasosiego porque no avanzaban los permisos, mientras que ahora reina la histeria porque se solicitan y resuelven a velocidad de la luz. Agitadas deben estar las empresas eléctricas que participan en la primera Convocatoria de Atención Prioritaria A Proyectos de Centrales Eléctricas a quienes pusieron plazos muy estrechos para cumplir con los requisitos que establece la terrorífica “Planeación Vinculante.”
Por otra parte, los funcionarios responsables de evaluar las solicitudes deben estar igualmente frenéticos. Como en tiempos de exámenes finales, del 20 de octubre al 17 o 18 de diciembre se sujetarán al régimen del “café barato y la noche larga”, ya que, de otra forma no habrá manera de que cumplan con los tiempos establecidos, ni para presentar las solicitudes, ni para decidir sobre ellas.
Hoy, 5 de diciembre, que escribo presurosamente esta columna, ya ha pasado un mes desde que las empresas debían presentar su solicitud. Esta fecha se recorrió por tan sólo una semana, sin más noticias de prórrogas adicionales.
Ahora que reviso el calendario, una vez más, advierto que las empresas tuvieron dos semanas para integrar sus expedientes. Con angustia ajena –pues gracias al cielo nuestros clientes no entraron a esta convocatoria—reviso que en este plazo los proyectos nuevos debían tener listos, para presentación ante el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE), estudios técnicos (de impacto y de instalaciones), ya pagados y no reembolsables en caso de denegación del permiso. Snif.
Pero eso no es todo, además de los estudios técnicos, en este plazo fugaz, había que entregar a la CNE un formato de solicitud de permisos asaz choncho que contuviera los requisitos generales de identificación del proyecto, su descripción, el plan de negocios, la acreditación de la capacidad técnica y la información de diversos estudios de naturaleza técnica, ambiental y social. ¡Ah! Y también es menester acreditar la posesión y propiedad de los terrenos.
Pero la tensión no es sólo para las empresas. También, apremiados están la Comisión Nacional de Energía, México (CNE) y el CENACE que han tenido que llevar a cabo la evaluación técnica y administrativa de los proyectos a la velocidad de la luz. En un tris, darán palomita o tache a la capacidad de los proyectos de satisfacer condiciones muy complejas de ponderar. Así de rápido, ¿cómo le harán para calificar tantas variables?
Una semana antes de Navidad se anunciará qué permisos habrá bajo el arbolito. Los rechazados podrán irse de vacaciones, tristes con las manos vacías. Empero, a los favorecidos les espera una carrera otra vez extenuante: a los 6 meses de la obtención del permiso, tendrán que presentar su esquema de financiamiento, tener autorizados sus planes ambientales y sociales; y seis meses después de esto último, será menester iniciar las obras, bajo advertencia de revocación.
Antes tuvimos un sexenio en que el sector se detuvo porque no se permitía hacer nada. Ojalá este no sea uno en que hay parálisis porque es obligatorio hacer todo en cosa de nada.






