Por Adhara Perales Chiu, Sales Manager para México y Centroamérica en Canadian Solar
Cuando me pidieron escribir este artículo, primero consideré hablar acerca de los avances tecnológicos descubiertos por mujeres, no solo en el mundo de las energías renovables a lo largo de la historia, sino también sobre esos avances que nos permiten vivir de la manera que conocemos hoy: desde prender un foco hasta ver una película en streaming.
Pensé en escribir sobre mujeres como Edith Clarke, que sentó las bases para el diseño y análisis de sistemas eléctricos; Maria Telkes, quien diseñó el primer generador termoeléctrico, o Hedy Lamarr, precursora de las bases para el wifi, bluetooth y GPS. Pensé en hablar de esas mujeres que forman parte de la historia de cada uno de nosotros, día a día, watt por watt.
Pero esa no es mi historia, o por lo menos no con la que me identifico. Somos muchas mujeres trabajando en la industria de la energía renovable desde todas las trincheras, llámese ventas, administración, recursos humanos o marketing. De una u otra manera, todas formamos parte de esta historia: la de las energías renovables.
La realidad es que no se necesita tener un gran nombre para formar parte de ella; no se necesita tener un título en física avanzada para cambiar la manera en que hacemos energía. Se necesitan puntos de vista diferentes, inclusivos y valientes. Se necesitan mujeres en el sector.
¿Por qué es importante contar nuestra historia?
La verdad te hará libre, pero primero te hará enojar.
– Gloria Steinem.
A través de la historia, a la mujer se la ha pintado como una Eva, Pandora o Cassandra. Generación tras generación se han transmitido historias donde las mujeres son la causa del caos y no son dignas de confianza.
Necesitamos entender estos relatos y darles un nuevo significado, trabajar para darle un nuevo final a cada una de esas historias. Necesitamos estar en el centro de los reflectores, trabajar en las industrias clave que traen cambio a nuestras vidas de manera crítica. Una de ellas es, sin duda, la industria de las energías renovables.
Tenemos que creer y entender que muchas de las cosas que nos dijeron desde que nacimos (que somos emocionales, intensas, a veces demasiado suaves), no solo son cualidades adecuadas para el hogar, en las escuelas o en trabajos relacionados a cuidados, sino que esas mismas habilidades también sirven y suman en todas las industrias. Usemos nuestra voz y nuestras acciones para cambiar la manera en la que se usa el poder, con el fin de crear nuevas estructuras donde todos podamos crecer y prosperar.
En 1930, Walter Cannon hizo una investigación donde se observaban las maneras de accionar a situaciones de estrés de distintas especies, de ahí surgió la famosa respuesta “huida o lucha”. Cerca del año 2000, Shelley Taylor publicó una investigación donde se identifica la respuesta de “cuidar y conectar”, en donde se propone otro modelo de reaccionar al peligro: se protege a los más débiles de una comunidad y se refuerzan los lazos sociales para fortalecerse contra el peligro.
En el mundo actual, la inteligencia emocional y la empatía están relacionadas con un mejor desempeño en equipos de trabajo. En L’Oreal, por ejemplo, los equipos de venta seleccionados con base en competencias emocionales sobrepasaron en rendimiento y ventas a aquellos seleccionados por técnicas tradicionales de reclutamiento. Además tuvieron 63% menos rotación durante el primer año. (Spencer & Spencer, 1993; Spencer, McClelland, & Kelner, 1997).
En resumen, la historia de las mujeres en el desarrollo tecnológico de cualquier industria, no solo la de las renovables, importa porque reconoce y celebra las contribuciones de las mujeres, inspira a las futuras generaciones, amplía la perspectiva de género, ayuda a identificar áreas de oportunidad para mujeres en STEM (Science, Technology, Engineering and Math), y finalmente ayuda a crear una nueva historia, nuestra nueva historia.