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Hacia un sistema energético moderno: el papel estratégico del almacenamiento

Por Juan Pablo Sáenz Castañeda

México está frente a una oportunidad única para transformar su sistema energético. La llegada de nuevas industrias, impulsada por fenómenos como el nearshoring, la digitalización y el crecimiento de sectores intensivos en consumo eléctrico, está elevando la demanda energética a niveles sin precedentes. Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) A.C, se espera que el consumo neto de electricidad crezca a una tasa promedio anual del 2.5% hasta 2038. Este crecimiento plantea desafíos técnicos y exige una visión estratégica para construir un sistema energético resiliente, moderno y sostenible.

Para estar a la altura de este reto, el país necesita mucho más que nueva generación: requiere infraestructura inteligente, soluciones integradas y tecnologías capaces de garantizar un suministro eléctrico confiable, limpio y continuo. En este nuevo escenario, el almacenamiento de energía se convierte en una pieza esencial para asegurar la estabilidad operativa de la red y acelerar la transición hacia una matriz energética más diversificada.

Mediante el acuerdo 113/2024, la extinta Comisión Reguladora de Energía permitió que los sistemas de almacenamiento de energía se integren al sistema eléctrico nacional. Dicha regulación estableció las modalidades en las que los sistemas de baterías puedan entrar al mercado de manera ordenada y económicamente viable. En este contexto, los sistemas de almacenamiento están emergiendo como aliados esenciales para el sector. Estas tecnologías permiten almacenar energía renovable en momentos de baja demanda y liberarla en picos de consumo, asegurando un suministro continuo y estable.

Para los centros de datos, esta capacidad no solo garantiza la continuidad operativa, sino que también permite optimizar costos y responder a exigencias regulatorias y de sostenibilidad. Lejos de ser una carga, esta medida representa un paso en la dirección correcta: integrar almacenamiento ya no es una opción técnica, sino una decisión estratégica que puede marcar la diferencia entre un sistema eléctrico vulnerable y uno preparado para los retos del futuro.

Los sistemas de almacenamiento permiten capturar energía en momentos de baja demanda para liberarla cuando el consumo es alto, mejorando la estabilidad operativa de la red y reduciendo la intermitencia. Además, contribuyen a aliviar la congestión en las redes de transmisión y mejoran la calidad del suministro eléctrico en zonas industriales y urbanas, donde la continuidad y calidad de la energía son vitales para el desarrollo económico. También habilitan nuevas formas de participación en el mercado eléctrico al ofrecer servicios complementarios, como respuesta rápida ante fluctuaciones o respaldo ante fallas.

En México, ya se están dando pasos concretos hacia esta transformación. Dentro de las empresas que han comenzado a realizar este tipo de proyectos, Atlas Renewable Energy es una de las pioneras con la construcción de las plantas solares Guajiro, en Hidalgo, con una capacidad de 129 MWp, y La Pimienta, en Campeche, con 445 MWp.

A nivel regional, proyectos destacados como BESS del Desierto, en la Región de Antofagasta, Chile, muestran el potencial y la relevancia de estas tecnologías. Con 200 MW de capacidad y 800 MWh de almacenamiento, este sistema puede reinyectar hasta 280 GWh anuales al sistema eléctrico chileno. Asimismo, el proyecto Estepa, también en Chile, combina una planta solar de 215 MW con dos sistemas BESS con una capacidad instalada de 418 MW, que puede suministrar energía continua por hasta cuatro horas.

Proyectos como los anteriores evidencian que el almacenamiento es mucho más que una herramienta técnica: es un componente estratégico para el crecimiento sostenible y la competitividad. Además de estabilizar la oferta, los sistemas BESS proporcionan servicios esenciales para la operación de la red, como regulación de frecuencia, control de voltaje y arranque en negro, funciones que serán cada vez más relevantes con la creciente penetración de energías renovables y la complejidad operativa que ello implica.

El mercado latinoamericano de almacenamiento está en expansión y se proyecta que supere los 3 GW de potencia instalada y los 8 GWh de capacidad durante esta década. Esta tendencia representa una oportunidad estratégica para México, que cuenta con el talento, la ubicación geográfica y la experiencia industrial necesaria para consolidarse como un líder regional en soluciones energéticas integradas. Sin embargo, para capitalizar este potencial se requiere un entorno regulatorio claro, modelos de financiamiento adecuados y mecanismos de monetización que permitan aprovechar los beneficios múltiples de estas tecnologías, más allá de los ingresos tradicionales por la venta de energía.

La capacidad para integrar almacenamiento en la matriz energética nacional será clave para acompañar la llegada de industrias intensivas en consumo energético, como los centros de datos, que están en plena expansión en América Latina. El crecimiento acelerado de tecnologías como inteligencia artificial, IoT y 5G aumenta la demanda eléctrica y exige que las soluciones energéticas sean cada vez más eficientes, sostenibles y confiables para garantizar la competitividad de los sectores más dinámicos de la economía.

La combinación de generación renovable con almacenamiento permitirá no solo cumplir con los objetivos climáticos, sino también impulsar la competitividad industrial, facilitando un suministro energético estable en horarios estratégicos. Así, México podrá fortalecer su infraestructura energética, atraer inversión y garantizar la calidad del servicio eléctrico para apoyar su crecimiento económico de forma sostenida, impulsando especialmente a industrias estratégicas como los centros de datos, la manufactura avanzada, la automotriz y la de semiconductores, que requieren un suministro estable y sostenible para mantener su competitividad global.

Este proceso representa un paso fundamental para transformar el sector energético, asegurando que el aumento de la demanda se atienda con soluciones inteligentes, innovadoras y sostenibles. El futuro energético de México depende de la capacidad para integrar tecnologías como el almacenamiento, que hoy se posiciona como un aliado indispensable en la construcción de un sistema eléctrico robusto, moderno y competitivo.

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