En el marco del CanChamDay 2025, el panel “Trilateralismo estratégico empresarial: Aprovechando el potencial de Norteamérica” reunió a líderes de México, Canadá y Estados Unidos para analizar cómo sectores clave —en especial el energético— pueden convertirse en el motor de competitividad regional.
La conversación dejó claro que la energía no es solo un insumo productivo, sino la base estratégica de la integración trilateral. Como lo señaló Carlos García, presidente de AmCham México, “Norteamérica es la envidia del mundo en recursos energéticos: desde el crudo canadiense hasta el gas natural estadounidense y la creciente capacidad de generación en México. Si logramos optimizar estos recursos en conjunto, la región puede consolidarse como el motor energético del planeta”.
México importa 70% del gas natural que consume desde Estados Unidos, particularmente de Texas, donde se produce el gas más barato y abundante del mundo. Lejos de ser una debilidad, García lo ve como una ventaja competitiva para la manufactura y la generación eléctrica nacional. Al mismo tiempo, empresas mexicanas ya generan electricidad para exportación, mientras que proyectos de interconexión abren la puerta a que la región se convierta no solo en autosuficiente, sino también en proveedor energético global.
En ese sentido, Shauna Hemingway, Senior Special Advisor del Business Council of Canada, subrayó la urgencia de fortalecer la colaboración en energía: “Esencial para el futuro de toda nuestra economía”. Para ella, la alianza energética trilateral debe acompañarse de fronteras más eficientes, infraestructura moderna y reglas claras, de modo que la energía fluya tan fácilmente como los bienes manufacturados.
En paralelo, el sector minero fue destacado como pieza crítica de la transición energética. Canadá aporta experiencia, Estados Unidos capacidad de procesamiento y México recursos estratégicos como el litio. La oportunidad está en aprovechar ese triángulo de ventajas para liderar las cadenas globales de electromovilidad, baterías y tecnologías emergentes.
En este contexto, Altagracia Gómez Sierra, coordinadora del CADERR, puntualizó que la competitividad no puede seguir basándose en mano de obra barata. México ha apostado a la formación de talento técnico y especializado —con el objetivo de preparar a más de 150 mil ingenieros vinculados a sectores estratégicos—, lo que permitirá consolidar un ecosistema energético y productivo sustentable, con visión de largo plazo y altos estándares ambientales.
La conclusión es que la energía es el eje que puede convertir a Norteamérica en la región más competitiva del mundo. Pero para lograrlo, se requiere más que recursos: se necesitan marcos regulatorios estables, coordinación empresarial y política, inversión en infraestructura y una narrativa compartida que proyecte al bloque como líder energético global.






