Diversas organizaciones no gubernamentales (ONGs) han expresado su preocupación y rechazo hacia el desarrollo de infraestructura de gas natural en México. Argumentan que este tipo de desarrollo es perjudicial para el ecosistema, ya que el gas natural, al ser de origen fósil, contribuye al cambio climático y afecta a las comunidades locales.
En un webinar organizado por entidades como Greenpeace y Conexiones Climáticas, Claudia Campero, defensora ecológica y especialista de Conexiones Climáticas, señaló que la construcción de nueva infraestructura de gas afecta negativamente a la soberanía energética, los ecosistemas, el clima y la adaptación al calentamiento global.
Se resaltó que las emisiones indirectas de gas de efecto invernadero provenientes de actividades de extracción y transporte son especialmente preocupantes, ya que afectan el medio ambiente después de que el gas ha sido extraído, procesado y transportado a su destino final.
Por otro lado, representantes como Pablo Ramírez de Greenpeace argumentaron a favor de considerar eficiente los procesos de cogeneración, lo cual permitiría aumentar la generación limpia de energía y ayudaría al Estado Mexicano a cumplir sus compromisos en materia de transición energética. Esto, sin embargo, ha generado debates sobre la inclusión del gas natural como parte de las energías limpias y el destino de recursos destinados a la mitigación del cambio climático.
Cecilia García, de Es Gas Fósil, alertó sobre el impacto ambiental de proyectos futuros, como el gasoducto Sierra Madre en Chihuahua y las terminales de licuefacción y regasificación planeadas en el noroeste del país. Estos proyectos podrían representar riesgos significativos para los ecosistemas del Golfo de California y las comunidades que dependen de ellos.
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