Por Marco Cosío,
Executive vicepresidente Smart Infastructure en Siemens México, Centroamérica y El Caribe
El reto de ahorrar energía ha alcanzado un punto de inflexión en el que, más allá del llamado de los gobiernos a evitar el desperdicio, inevitablemente hemos llegado al momento de tomar medidas o sufrir las consecuencias por un desabasto que puede afectar nuestras vidas productivas y nuestras actividades domésticas.
No conforme con haber rebasado el año pasado la capacidad natural del planeta para recuperar sus recursos, tal y como lo señala el movimiento Global Footprint Network, este 2 de agosto la Tierra estaría girando sobre su eje con números rojos debido a la marcada huella ecológica que excede hasta en un 74% la capacidad de los ecosistemas para regenerar los recursos naturales.
En este contexto, la opción de recurrir a fuentes alternativas de combustible para suplir el consumo de fuentes fósiles, altamente contaminantes, se hace más difícil de manera que hay que replantear el verdadero significado de la descarbonización, bajo una visión integral en el que tanto gobiernos como empresas y familias aporten un grano de arena desde sus respectivas trincheras.
Mirando el entorno industrial
Actualmente los sectores de la industria, la construcción, el transporte y la energía juegan un papel preponderante si lo que se quiere es dar un paso certero rumbo a una sociedad descarbonizada. Tan solo el sector de la construcción representa el 40% del consumo mundial de energía. Si tomamos en cuenta que la población mundial continúa creciendo de forma acelerada, razón por la cual actualmente consumimos más de lo que el planeta nos puede ofrecer, la verdad es que el consumo de energía se duplicará en los próximos años mientras que la demanda máxima incluso puede que se triplique.
Todos estos elementos nos permiten llegar a la conclusión de que, para lograr una transición hacia una infraestructura urbana descarbonizada y un sistema descentralizado de energía renovable, la solución es la digitalización. Ello se debe a que con una solución digital es posible centralizar y automatizar la gestión del consumo de energía de edificios, redes y ciudades.
Un manejo inteligente para un consumo ideal
Por experiencia, en Siemens sabemos que la aplicación de soluciones digitales podría ayudar a un ahorro energético de entre el 30 y el 40%, al reducir su consumo a lo que es verdaderamente necesario. Para ello, una herramienta muy práctica es el Internet de las cosas (IoT), ya que mediante ésta es posible recopilar los datos necesarios para definir un proceso de optimización que se traduzca en una verdadera reducción en el consumo de energía.
A ello podemos añadir la implementación de inteligencia artificial (IA), ya que con su uso no solo podremos hacer un consumo de energía inteligente, sino que también es posible plantear escenarios hipotéticos que nos lleven a ofrecer soluciones concretas, antes de que siquiera se presente un problema. Al final del día, las organizaciones pueden aprovechar todos estos datos e implementar un mejor análisis y automatizar el monitoreo y manejo inteligente de su energía.
Una inversión que vale la pena
Es posible que llegados a este punto nos surja la inquietud de pensar que las soluciones digitales son caras, pero si tomamos en cuenta también el costo de oportunidad de dejar de administrar el consumo energético de nuestras empresas como usualmente lo hacemos, a la larga estaremos garantizando ahorros que terminarán por justificar la inversión en una solución digital.
También nos podría parecer que las metas establecidas por la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés) para llegar al cero neto de carbono para el año 2050 son muy ambiciosas e inflexibles. Sin embargo, la realidad es que nada de esto es imposible si se recurre a la digitalización como una estrategia para el manejo inteligente de la energía.
Muestra de ello es el trabajo que Siemens llevó a cabo con IBM para un sistema de gestión de datos de red, del operador finlandés del sistema de transmisión Fingrid, el cual realiza gestión de modelos, análisis de red y simulaciones con su gemelo digital ELVIS (Sistema de Información Eléctrica Verkko). Gracias a ello, la firma nórdica ha podido prever diferentes escenarios, lo que se ha traducido en ahorros de decenas de millones de euros, así como en una importante reducción en emisiones.
La idea es incrementar la eficiencia energética mediante soluciones digitales lo cual, desde luego, no será barato ni fácil al principio. Pero en el largo plazo se traducirá en un ahorro efectivo e incluso más económico que el mismo Plan Marshall (implementado en Europa después de la Segunda Guerra Mundial), que representó cerca del 2% del PIB de Estados Unidos en ese momento.
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