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Liderazgo en tiempos difíciles

Siempre el inicio de un nuevo año nos da una pausa para reflexionar sobre nuestro entorno y las realidades que observamos y que condicionan nuestro desempeño al crear situaciones cada vez más retadoras para el logro de los objetivos que nos proponemos. Los países están viviendo experiencias políticas donde el Estado se ha convertido en agente impulsor de políticas sociales que demandan mayores presupuestos de quienes ejercen liderazgos políticos, viéndose obligados a crear maneras para incrementar los ingresos gubernamentales, diferentes a las asociadas al tema fiscal o impositivo para personas o empresas.

Por Luis Vielma Lobo.
Director General de CBMX Servicios de Ingeniería Petrolera, presidente de la Asociación Mexicana de Empresas de Servicios Petroleros, AMESPAC; colaborador de opinión en varios medios especializados en energía y autor de varios libros.

Con excepción de algunos países europeos y Canadá, estas experiencias vienen creando condiciones sociales adversas, justo lo contrario de lo que busca el liderazgo político, y de allí las graves crisis migratorias que se están viviendo en este lado del hemisferio. La pausa navideña fue un buen momento para reflexionar y tratar de entender que esos momentos de crisis nos obligan a revisar y cuestionar nuestra manera de pensar y funcionar, pues pareciera que ya no es válida y, por lo tanto, ya no puede resolver situaciones y demanda con urgencia nuevas opciones de pensamiento, nuevos modelos mentales con enfoques diferentes para encontrar soluciones.

Durante las primeras décadas del siglo XXI, el acelerado desarrollo de la tecnología, la globalización y el cambio climático, han contribuido a aumentar la complejidad de la realidad que vivimos. Entender nuevos escenarios, adaptarnos y responder de forma innovadora es un reto para la inteligencia humana. No se trata solo de tomar consciencia de los cambios, sino de encontrar nuevas rutas y maneras de encararlos. En un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo se necesitan liderazgos emergentes, personas que den la lectura correcta y actúen proactivamente ante los cambios, influenciando sus entornos organizacionales o institucionales, creando una cultura de intercambio que facilite la solución de problemas cotidianos y establezca pautas de acción a futuro, que vayan estableciendo el camino adecuado, para enfrentar los temas críticos de las agendas diarias, evitando situaciones de caos.

Las actividades y organizaciones humanas se han vuelto sistemas complejos que se desequilibran ante cualquier cambio del entorno. No hay manera de eludir los cambios asociados a la geopolítica, ambiente y realidades sociales, y en el centro de cada una de ellas está el ser humano; de allí la importancia de la evolución consistente de quienes ejercen roles de liderazgo, para buscar transformar su manera de percibir y de pensar, entender la complejidad de sus conductas y modificarlas, porque las nuevas realidades son construidas por sus protagonistas.

La estabilidad es un elemento necesario para que se puedan tomar decisiones efectivas y eficientes en un momento de caos o incertidumbre. Este tema no recae solo en un líder, pues no hay mejor impulsor del orden que la acción colectiva, sostenida por diferentes factores. De allí la importancia de que cada miembro de la organización, sea pública o privada, entienda su identidad y sea capaz de convertir en hechos la misión de la misma, que no es otra cosa que el propósito, la razón de ser y los objetivos que se persiguen.

También es importante contemplar el horizonte para prever crisis, situaciones de caos, o simplemente disturbios y así entender el valor de la visión, la cual permite determinar las fortalezas y oportunidades de un equipo, permitiendo de esta manera el desarrollo de un proceso colaborativo. Este año comienza con una agenda de temas domésticos con relevancia política y social en los diferentes países de America latina, y también la responsabilidad asociada al cumplimento de los compromisos contraídos en la COP 26 de Paris y COP 27 de Egipto. Una buena visión centrada en esos temas sensibles puede convertirse en líneas estratégicas con las cuales se planeen los procesos de aprendizaje, innovación, capacitación y adaptación.

El soporte necesario para lograr la ejecución de líneas estratégicas está asociado a los valores de las instituciones, los cuales regulan la vida interna y fomentan la pertenencia al grupo y la cooperación mediante relatos y creencias compartidas. De esta manera se genera orden, estabilidad y cohesión, pero apoyándose en las cuatro características de una estructura flexible:  la agilidad, la adaptación, el acuerdo y el aprendizaje.

Estos temas básicos se pueden revisar y evaluar de acuerdo con la periodicidad con que ocurren determinados factores, pero deben mantenerse activos y ser parte dinámica del día a día de la organización, a fin de evitar un colapso en momentos de cambios e incertidumbre. La misión, visión y valores, deben ser la síntesis de una reflexión profunda sobre las razones de la existencia de cualquier organización, de su propósito básico y del valor que aporta a sus empleados, clientes y beneficiarios. Lamentablemente algo muy diferente viene ocurriendo en muchas organizaciones, donde estos fundamentos se han convertido en un “sticker” que pasa desapercibido para una mayoría de quienes la integran.

El momento que vive el país requiere una pausa, una revisión de la manera en que se está conduciendo una transformación que pareciera estar sustentada simplemente en el cambio de un modelo político, cuya base es eliminar instituciones, programas, organizaciones y liderazgos; una especie de nihilismo de consecuencias imprevisibles para los ciudadanos, para la gente, independientemente de su nivel social.

En conceptos nihilistas todos perdemos y lo que queremos entender muchos ciudadanos ajenos al ajetreo político es como ayudar a ser realidad y efectiva esa transformación para que se logre la participación de muchos. No se trata de desacreditar a empresarios, descalificar periodistas y personas que piensan diferente; se trata de establecer el diálogo constructivo que permita a todos entender la visión de país que se busca, el propósito y objetivos para lograrlo y la manera de implementar los valores de todos los ciudadanos para lograr el propósito buscado.

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