Luego de que la semana pasada Moody’s Investors Services redujera la calificación del gobierno de México de A3 a Baa1 y la de Pemex, de Baa3 a Ba2, ambas con perspectiva negativa, este lunes, a través de una conferencia virtual, Ariane Ortiz-Bollin, analista soberana de Moody’s y Nymia Almeida, vicepresidenta senior de la compañía para México, explicaron los factores que están detrás de la baja de calificación.
Ortiz-Bollin detalló que se tomó la decisión de bajar la calificación del gobierno soberano de México por tres razones fundamentales:
- Las perspectivas de crecimiento de México a mediano plazo se han deteriorado
- Las dificultades financieras y operativas de Pemex están afectando la fortaleza fiscal del país
- Por el deterioro en el marco de políticas públicas en la capacidad institucional del Gobierno
En lo que se refiere al primer factor, tiene que ver con el impacto que tendrán los países después de la pandemia por el Covid-19, ya que Moody´s prevé que van a haber fuertes contracciones económicas y los déficits fiscales van a aumentar. Por tal motivo, se piensa que el crecimiento de México en los próximos años va a crecer a lo mucho un 2%, lo que representa un deterioro del 2.7% que México había registrado en los últimos 10 años, de 2010 a 2019.
Por otro lado, el clima de inversión se ha deteriorado desde hace más de un año y se ve poco factible que esta inversión se reactiva una vez que pasee el shock del coronavirus. Asimismo, se considera la respuesta que está teniendo el gobierno para aminorar el fuerte golpe que están sufriendo las empresas y las familias ante el Covid-19, ya que no se está atendiendo los problemas de liquidez para que las primeras no quiebren y que las segundas puedan consumir una vez que acabe la cuarentena.
“El impacto en la caída del petróleo definitivamente abona a los problemas que ha tenido Pemex, pero la principal razón por la cual creemos que el apoyo del gobierno a la empresa va a continuar siendo recurrente es por el cambio en el modelo de negocio que se ha implementado, el cual implica que, si no va a entrar el sector privado aprovechando todas la herramientas de la reforma energética, el apoyo para que la empresa pueda aumentar su inversión y sus reservas, tendría que venir del soberano y esto presiona las finanzas públicas del gobierno”, aclaró la analista.
Finalmente, el tercer factor para decidir bajar la calificación, tiene que ver con un deterioro en el marco de políticas públicas de México, el cual tiene problemas en el Estado de Derecho, como el combate a la corrupción.
Por su parte, Nymia Almeida dijo que Moodys bajó la calificación de Pemex por dos razones básicas: la primera fue por el alto riesgo de liquidez y del negocio per se de la empresa, y la segunda por la baja de la calificación de México, toda vez que el alto riesgo de Pemex está correlacionado con el riesgo crediticio del gobierno mexicano.
“Pensamos que la liquidez de la empresa está comprometida por los bajos precios del petróleo y por la poca flexibilidad que tiene Pemex para ajustar sus objetivos de negocio. Por eso pensamos que las inversiones de capital seguirán altas. De igual manera, la empresa es altamente vulnerable a los precios volátiles del petróleo por su liquidez y por su deuda tan grande. Por lo tanto, la necesidad de financiamiento externo de Pemex para cubrir el flujo de efectivo negativo aumentará, principalmente por la limitada capacidad de la empresa para mejorar sus resultados comerciales en el contexto de la etapa madura de sus campos petroleros”, aseguro la experta.
En ese contexto, Moodys cree que la empresa debería invertir alrededor de 20 mil millones de dólares por año en exploración y producción, lo cual significa tres veces más de lo que se invirtió durante 2019.
“Otro de los componentes por lo cual pensamos que la empresa no podrá mejorar mucho sus compromisos comerciales, es el tema de la expansión del negocio de refinación, ya que ese negocio continuará presentando pérdidas operativas y por lo tanto seguirá siendo vulnerable a la expectativa de crecimiento que se tiene a mediano y largo plazo como consecuencia de la transición de carbono hacia energías renovables a nivel mundial”, concluyó Almeida.