A partir del 1 de enero, los flujos de gas ruso hacia Europa a través de Ucrania se detuvieron tras la expiración del acuerdo de tránsito entre Rusia y Ucrania. En respuesta, Austria y la República Checa han ajustado sus rutas de importación para evitar posibles escaseces de gas.
En el caso de Austria, el país incrementó sus importaciones desde Alemania a través del punto de interconexión Oberkappel, alcanzando los 11.2 millones de metros cúbicos por día (MMcmd), un aumento significativo respecto a los 600,000 metros cúbicos diarios del 31 de diciembre. Esta información fue proporcionada por el operador Austrian Gas Grid Management.
Por su parte, la República Checa también reforzó sus importaciones de gas desde Alemania a través del punto de Brandov, alcanzando 14.8 MMcmd, en comparación con los 400,000 metros cúbicos diarios del día anterior. Estos datos fueron reportados por el operador Net4gas.
A pesar de estos esfuerzos, el cese del suministro afecta principalmente a Moldavia, que ha visto una reducción considerable en su producción eléctrica debido a la interrupción del gas ruso. En respuesta, Moldavia ha aumentado sus importaciones de electricidad desde Rumania y Ucrania, aunque la capacidad de interconexión con Rumania es de solo 315 megavatios, una fracción de los 650 a 800 megavatios que se estima como su déficit.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, destacó la importancia del cese de los flujos de gas, calificándolo como «una de las mayores derrotas de Moscú».
Antes de la guerra, Ucrania facilitaba el tránsito de más de 130 mil millones de metros cúbicos de gas ruso hacia Europa. Con el fin del acuerdo de tránsito, la atención se ha centrado en cómo Moldavia enfrentará los desafíos energéticos derivados de esta interrupción, mientras que Gazprom insiste en que Moldavia pague una deuda pendiente de casi 800 millones de dólares para continuar el suministro a la región separatista de Transnistria.