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El futuro de la energía nuclear, ¿hacia dónde vamos?

* Por Raquel Heredia

La energía nuclear es la segunda mayor fuente de energía limpia a nivel global. En la actualidad su uso evita emisiones de dióxido de carbono aproximadamente equivalentes a eliminar un tercio de todos los automóviles en circulación en el mundo. Sumado a esto, sus numerosas aplicaciones la hacen un motor del Desarrollo Sostenible volviéndola una herramienta imprescindible para nuestro presente y futuro.

Esta afirmación puede sorprender a quienes erróneamente la consideran una tecnología anticuada y en declive. Sin embargo, la necesidad de cubrir la creciente demanda de servicios energéticos con fuentes de energía limpia y que aseguren el acceso equitativo sin dejar a nadie atrás en medio de un escenario de recuperación económica post COVID-19 y la premura de mitigar los estragos del cambio climático, confirman la relevancia de esta fuente de energía; haciendo necesario entender hacia donde va la energía nuclear y su papel en nuestro futuro.

La innovación ha sido una fuerza impulsora en el despliegue exitoso de programas nucleares y sigue siendo esencial para desarrollar y llevar al mercado nuevas tecnologías que puedan competir en los mercados energéticos globales. La industria nuclear continuamente esta buscando formas de mejorar sus procesos, ya sea por medio del diseño de sus reactores o los servicios provistos por estos.

Existen distintas clasificaciones para los reactores de fisión; una de ellas es la clasificación por generaciones la cual distingue según la evolución tecnológica incorporada a los diseños. Contando actualmente con las generaciones I, II, III/III+ y IV. La mayor parte de los reactores nucleares en funcionamiento son de generación II, mientras que los reactores más actuales y nuevas construcciones son de generación III/III+. Finalmente, los reactores de generación IV se encuentran en desarrollo.

Dentro de los reactores de generación III+ destacan los reactores modulares pequeños (SMR), por sus siglas en inglés. Los SMR son reactores de fisión, de un tamaño y potencia más pequeños que los reactores convencionales. Su diseño simplificado, abre la posibilidad de fabricar los módulos en serie, aprovechando las economías de escala. Al ser modulares es posible agregar o sustraer unidades para satisfacer las necesidades de generación. Su reducido tamaño y sus características los hace ideales para proveer de energía zonas remotas, desplazar plantas de generación fósil y actuar en dupla con fuentes renovables.

Por otra parte, los reactores de generación IV comprenden una serie de diseños que emplean la experiencia aprendida en generaciones pasadas y se enfocan en la sustentabilidad, seguridad, eficiencia y costo. La característica principal de estos reactores es la posibilidad de un ciclo completamente cerrado en el que combustible sea usado en diferentes reactores – después de reprocesarlo – maximizando su uso, al mismo tiempo que se reduce significativamente el volumen y la actividad de los residuos finales. Tomando en cuenta el uso de reactores de esta generación, los recursos de combustible se volverían prácticamente inagotables haciendo de la nuclear una fuente de energía renovable.

Ambas generaciones de reactores sostienen los beneficios de generación limpia, confiable y constante de los reactores convencionales. Sin embargo, presentan también una oportunidad de diversificación en aplicaciones no eléctricas como la generación de calor para procesos industriales, calefacción de distrito, desalinización de agua de mar, reciclaje de desechos, así como producción de combustibles sintéticos e hidrógeno verde. Todos sectores necesarios para la mitigación del cambio climático y nuestra recuperación sostenible.

El integrar diferentes tecnologías de reactores con otras fuentes limpias para generar electricidad y al mismo proveer de servicios energéticos a diferentes sectores permite una de carbonización profunda de todo el sector energético – electricidad, transporte, usos industriales y residenciales – promoviendo al mismo tiempo actividad económica y un impacto social positivo. Sin embargo, para lograr esto es necesario asegurar el desarrollo y crecimiento de programas nucleares a nivel global.

Actualmente hay 441 reactores operables en 31 países y 54 reactores en construcción. Si bien hay países que han decidido eliminar sus programas nucleares por razones político-sociales también hay una gran cantidad de países realizando inversiones importantes en este rubro; siendo China, India, Rusia y Emiratos Árabes Unidos líderes en nuevas construcciones. Durante la siguiente década se espera que al menos 10 países más incursionen en el uso de la energía nuclear; por lo que es necesario que las entidades financieras estén preparadas para la realización de estos proyectos, sobre todo en países en desarrollo. Por su parte más países deben empezar ya a analizar el desarrollo de proyectos, y no dejar esto para el futuro.

La reciente noticia sobre el proyecto de una nueva central en Baja California nos lleva también a reflexionar sobre el panorama nacional y el futuro de la energía nuclear. Si bien los reportajes disponibles no lo afirman, por el contexto se puede asumir que se trataría de un SMR. Actualmente este estado es altamente dependiente de las importaciones de Gas Natural y tiene un gran consumo energético por parte del sector industrial.

La adición de esta tecnología flexible no solo representaría una gran oportunidad para su seguridad energética, sostenibilidad e impulso para la industria local. Mientras que a nivel nacional un proyecto de este tipo puede fungir como catalizador para el desarrollo de tecnología propia como anteriormente sucedió en Corea del Sur – ahora líder en la industria – y mas recientemente en nuestra región, Argentina con su propio prototipo de SMR el CAREM.

México está ante una gran oportunidad para ampliar su flota nuclear, la experiencia acumulada y la infraestructura existente en el país nos brindan una ventaja para el despliegue de nuevas unidades. A pesar de los retos que deberán afrontarse, la ciencia y tecnología nuclear proveerán a México de herramientas para incrementar su resiliencia. Si bien no es posible predecir el futuro, tenemos amplio conocimiento de las condiciones globales actuales y las consecuencias de la falta de acción sobre los problemas que nos aquejan. Si queremos lograr cambios significativos en la próxima década es necesario que utilicemos todas las herramientas que tenemos disponibles tanto en los escenarios presentes como futuros; ya que las acciones que tomamos hoy afectarán los escenarios a los que haremos frente mañana.

 

* Raquel Heredia es Maestra en estudios de Desarrollo por el Institute of Development Studies en Inglaterra e Ingeniera en Desarrollo Sustentable por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Es fundadora y actual presidenta de la asociación sin fines de lucro WiNMX y consultora en comunicación para la industria nuclear.

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