Por: Miriam Grunstein
Las reformas jurídicas son como los legos, o las piezas embonan o el modelo se deshace. Hace muchos años, un amigo me regaló de Navidad un modelo para armar de una plataforma petrolera. Él lo había hallado en Amazon y, tan grande fue su emoción, que no soportó las ganas de decirme que lo había pedido. De inmediato, me mostró la imagen de la plataforma, tan bonita, colorida, ni tan grande ni pequeña. Era, simplemente, perfecta.
El paquete tardó en llegar unos días por falta de inventario. Al contrario, había descuento para los aerogeneradores de la misma marca. Pero yo quería una plataforma petrolera, con helipuerto, tanques, mechero y hasta con una llama por la quema de metano.
Mis ansias no permitieron que el juguete descansara a los pies del árbol de Navidad. Tan pronto llegó el paquete, rasgué la envoltura hasta con los dientes. Las piezas estaban acomodadas en cajitas distintas, unas grandes otras más pequeñas. Había que seguir las instrucciones y empezar a construir de abajo hacia arriba, desde la base hacia los componentes más pequeños. Pese a mi torpeza motriz, el modelito se integraba poco a poco bajo el vaho de mi aliento de niña ilusionada.
Y, de súbito, al acomodar algunas piezas intermedias, no hubo embone posible y la estructura se desbarató. Pese a mi esmero, la plataforma se hizo pedazos.
Mentiría si dijera que esperé la reforma energética de 2024 con la misma ilusión y que he leído el proyecto con muchas expectativas. Me he llevado, si acaso, algunas sorpresas. La exposición de motivos no embona ni con la Ley del Sector Hidrocarburos, ni con la del Eléctrico, puesto que ésta denosta la reforma de 2013 y anuncia su anulación total. Sin embargo, al iniciar la lectura de la Ley del Sector Hidrocarburos, viví uno, o varios, dejá vu. Tuve una regresión a 2014 cuando me quemé las pestañas en el intento de entender si PEMEX iría primero, o las empresas privadas, o ellos juntos. Recuerdo haber hecho una matriz de riesgos e incentivos que, por 5 años fue un instrumento muy útil tanto para mis clientes como para mi investigación académica. Desde un inicio, pude predecir por dónde podría quebrarse la estructura y las predicciones fueron atinadas –tan atinadas que, por los últimos seis años, no he vuelto a usar esa matriz-. En parte, por sus propias fallas y desajustes institucionales, la estructura de 2013 se hizo pedazos.
La oposición acaba de acusar al gobierno de haber repetido la misma reforma de EPN, lo cual delata su falta de agudeza y perspectiva. Es cierto que algunos párrafos son idénticos. Sin embargo, al menos en lo que respecta a exploración y producción de hidrocarburos, este proyecto de ley pone la reforma de EPN patas arriba, En 2013, las licitaciones eran la regla, y las asignaciones, la excepción. En cambio, ahora las asignaciones van primero y luego los contratos. Hace 12 años, las asignaciones eran privativas de Pemex; ahora podrán ser compartidas dentro de un esquema mixto con empresas privadas. Me llena de curiosidad entender cómo un régimen de “neoliberal” mantuvo asignaciones cercadas para nuestra petrolera, mientras que un gobierno, aparentemente celoso, las abre a la iniciativa privada, según reglas que aun es preciso entender.
Tenemos, entonces, un modelo que tiene partes abiertas, otras cerradas, y otras que pretenden unir unas con otras. Ciertamente, el terreno menos resbaloso es aquél en donde Pemex está solo y no invita a nadie. Las reglas y prácticas de las asignaciones petroleras son lo más conocido en este nuevo “ecosistema.” Cosa muy aparte es cómo un particular entrará a una asignación como invitado, cuando Pemex debe tener una participación de al menos 40%, sin que haga aportaciones económicas directas.
La pregunta es: ¿quién querrá entrar a una zona exclusiva, con una socia difícil y sin dinero?
Y ya como último recurso, quedan las licitaciones para particulares que coexistirán con un vecino dominante y sus socios. ¿No acabará esto como los legos sueltos de mi plataforma desarmada, que aún guardo por nostalgia en un cajón?
Los modelos no fracasan ni prosperan hasta que se prueban. Apenas abro la caja y estoy revisando las piezas. Nos espera rompernos la cabeza para armarlo.
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