El transporte por carretera resulta ser el más usado para la distribución de combustibles, y puede responder a estos factores:
El costo que representa la construcción de nuevos oleoductos y la complejidad en la gestión de los trazos y derechos de paso.
La construcción y mantenimiento de oleoductos requiere de grandes cantidades de material para asegurar su eficiencia a largo plazo.
La flexibilidad que presenta el autotransporte al poder ajustar la distribución en cuanto a sus rutas y puntos de reparto, sin depender de infraestructura como los ductos o vías de ferrocarril.
El riesgo de robo de combustible en los ductos, lo cual no solo representa una pérdida económica para el país, sino también un problema de seguridad.