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Del pozo a la refinería: entendiendo la ruta del negocio

Por Luis Vielma Lobo

Cuando el coronel Edwin Drake perforó el primer pozo en 1859 en Titusville, Pensilvania, se inició la era del petróleo. Inversionistas que lo apoyaron vieron la oportunidad de competir en el mercado de la iluminación al proporcionar un producto similar al aceite de ballena: el keroseno. En esos tiempos la gasolina y la nafta se consideraban productos de desecho y se dejaban evaporar.

Durante treinta años la refinación consistió en separar diversos productos procesando el petróleo por lotes, lo cual básicamente consistía en almacenarlo en tanques, en los cuales el aceite se calentaba y vaporizaba, y un condensador donde los vapores se devolvían al estado líquido. Los primeros automóviles, como el famoso Stanley, eran impulsados por vapor, alimentados por keroseno.

En 1890, con el desarrollo de los motores de combustión interna, estos necesitaban un combustible más ligero y se detonó el uso de la gasolina. Eso cambió el perfil y el propósito de la refinación. Para 1910, unos 500,000 automóviles viajaban por las carreteras de los Estados Unidos, y la demanda de gasolina excedía la oferta existente. En 1891, el ruso Vladimir Shukov patentó el proceso de craqueo térmico en Rusia, y en 1912 en Chicago, la compañía Amoco Corporation puso en marcha el primer cracker estadounidense.

La industria automotriz continuó exigiendo mayores volúmenes de gasolina y de una mejor calidad, para extender el uso eficiente de los motores de combustión interna, y en 1949 se puso en marcha el primer reformador catalítico para mejorar el contenido de octano de la nafta que ya se mezclaba con la gasolina. En la segunda mitad del siglo XX, se crea el proceso de hidrotratamiento para eliminar los contaminantes, constituyéndose en una respuesta para preservar el medio ambiente, ante las demandas sociales que ya se presentaban.

Así tiene su origen el hidrocraqueo para optimizar la producción de gasolina, controlando el incremento de los destilados medios. El hidrocraqueo trajo un problema adicional, relacionado con la producción de coque y las refinerías resolvieron dicho problema creando recipientes térmicos para almacenar el coque producido.

La mayoría de los cambios ocurridos en la refinación en los últimos 30 años han sido impulsados por las preocupaciones y demandas de los ciudadanos ante la contaminación ambiental y la respuesta de los refinadores ha sido la incorporación de tecnología. Así se crea el proceso de catálisis el cual facilita el aumento de la velocidad de una reacción química utilizando sustancias conocidas como catalizadores.

Para leer la columna completa consulte la próxima edición de Global Energy.

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