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La tormenta perfecta: energía, guerra, crisis y el cambio climático

Por Miguel Tovar, socio de Alterpraxis

Estamos ante un mundo profundamente interrelacionado y globalizado que, entre queriendo y no, termina por cambiar de manera abrupta. Muchas de las claves que están modelando estos tiempos nadie las hubiera pensado hace diez años.

Ahora despertamos con una crisis energética que se desplaza rápidamente por todas las naciones y afecta las cadenas de valor, las economías más desarrolladas, y, sobre todo, nos hace replantear la forma de abordar el cambio climático.

La guerra y la crisis energética

El panorama energético mundial cambió radicalmente con la guerra en Ucrania, pues provocó que las economías europeas redujeran su dependencia de del gas ruso, a lo cual se sumó el desbalance generado por la pandemia, exacerbando el consumo de energéticos en todo el mundo.

Si bien en los años setenta se presentó una crisis del petróleo derivada de las implicaciones geopolíticas de la OPEP y la animadversión de Occidente, ahora estamos ante una verdadera crisis global que implica al petróleo, el gas natural, el carbón y las renovables. Vamos, todos los precios se están disparando, lo que pone en riesgo la seguridad energética de la gran mayoría de los países, y, de manera crítica, amenaza con descarrilar los esfuerzos por reducir las emisiones de efecto invernadero para evitar un cambio climático catastrófico.

De manera concreta, se observa un incremento generalizado en los precios: el petróleo aumentó 7%, el gas natural 69% y el carbón 44%. Estos aumentos se traducen en espirales de incremento para otros sectores; por ejemplo, el índice de precios para la agricultura aumentará un 22%, se espera que los fertilizantes un 58% y los metales 48%.

Esta situación genera presiones sobre los precios de los productos básicos, lo cual desacelera el crecimiento en países importadores de energía y exacerba la inseguridad alimentaria en países de bajos ingresos.Los precios elevados de alimentos y energía están impulsando la inflación, acercándonos de manera importante a la posibilidad de una recesión global.

La crisis energética y el cambio climático

En términos de acciones de mitigación y resiliencia al cambio climático, incluso antes de la guerra en Ucrania, el mundo estaba lejos de alcanzar sus objetivos energéticos y climáticos. Las emisiones globales de CO2 alcanzaron un máximo histórico en 2021 y los mercados de combustibles ya mostraban signos de tensión.

Al mismo tiempo, la inversión en tecnologías de energía limpia se ha mantenido muy por debajo de los niveles necesarios para alcanzar emisiones cero para 2050: un desafío formidable que el mundo debe superar para limitar el calentamiento global a 1.5° C.

¿Y nuestras opciones?

Una de las claves de muy corto plazo se encuentra en aprovechar al máximo los campos existentes de petróleo y gas (en especial el shale) para limitar el aumento de precios y mitigar la inflación, al tiempo que se reducen las emisiones de metano de las operaciones y se garantiza que las terminales GNL que se desarrollen puedan almacenar amoniaco o hidrógeno en el futuro. A su vez, se debe motivar fuertemente, a través de políticas públicas e inversiones privadas, las soluciones de mediano y largo plazo en energías renovables, de eficiencia energética y aumentar la producción en los países con capacidad nuclear.

No es necesario elegir entre una crisis energética y una crisis climática, es posible resolver ambas con la inversión y el enfoque adecuado. De no resolver ninguna,es muy factible que nos encontremos en poco tiempo ante una recesión global, con un efecto tremendo en las condiciones climáticas actuales, y, en consecuencia, ante un orden político global mucho más inestable.

Miguel Tovar, socio de Alterpraxis

Consultor con más de 14 años de experiencia. Profundamente involucrado en el sector energético, asesorando el desarrollo de activos con valor superior a 6 mil millones de dólares: más de tres mil km de gasoductos de gas natural y gas LP, 800 MW en parques solares y eólicos, e instalaciones de almacenamiento con capacidad de un millón de barriles.

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