Luis Vielma Lobo (*)
El largo tiempo de la pandemia, además del dolor causado a muchas personas y familias, nos ha obligado a revisar la manera en que solíamos pensar, tomar decisiones y actuar. Tanto en nuestra vida privada, como en nuestras labores, el gran desafío ha sido repensar la forma de conducirnos en la sociedad y crear, adoptar o adaptar nuevos esquemas de trabajo, nuevas prácticas para comunicarnos y así hacer más eficiente el desempeño de nuestras tareas cotidianas.
La industria petrolera, que ha sido pionera en muchos cambios e implantación de tecnologías a lo largo de más de 100 años de historia, ha entendido esta situación, ya que ha vivido los estragos causados por las interrupciones o cierre de las operaciones a lo largo de su cadena de valor.
Una de las áreas cuyo desarrollo ha tenido un gran crecimiento en estos tiempos, ha sido la administración del dato (Data Management) y la automatización de equipos y procesos para asegurar la eficiencia de las actividades realizadas diariamente. Nunca la industria había requerido de la automatización de sus procesos como hasta ahora. Y aunque no podemos negar los avances logrados en algunos eslabones de la cadena de valor de los hidrocarburos, aguas arriba y aguas abajo de la misma, y también en la cadena de suministro del sector, debemos reconocer que su avance ha sido lento.
A pesar de la existencia de experiencias novedosas en la exploración y producción de los hidrocarburos, como el pozo digital (Oil Digital) y los campos inteligentes, ese lento progreso tuvo sus consecuencias para muchas empresas durante este tiempo de pandemia, donde por primera vez la industria en general, como otros sectores de la economía mundial, tuvieron que cerrar operaciones ya que la gente tuvo que ausentarse físicamente de sus labores para minimizar los riesgos de contagio.
Sin duda, las precauciones de seguridad y salud creadas y adaptadas en las actividades operacionales ayudaron a mitigar la gravedad del tema del coronavirus, pero, aun así, el impacto ha sido demoledor para muchas empresas, principalmente, las pequeñas, las de nichos especializados, las cuales no disponían del capital suficiente para abordar cierres temporales, o establecer modalidades de trabajo desde el hogar (home office).
Pero la oportunidad se convirtió en una manera de sobrevivir como producto de la pandemia, y aquellas empresas que estaban mejor posicionadas en la administración del dato, la implantación de sistemas automatizados y la transferencia de información en tiempo real, han logrado superar, con menor impacto, los cierres de actividades y restricciones durante este proceso pandémico, el cual aún no termina.
Hace algunos años las empresas operadoras habían delegado esta actividad a empresas de servicios, e inclusive a firmas de consultoría que no tenían ni la experiencia, ni el compromiso para administrar el dato; en ese sentido, el manejo y registro de este de manera consistente estaba muy distante de las mejores prácticas establecidas para su uso. Esto aún continua así en algunas empresas operadoras nacionales.
Nada más dañino para la toma de las decisiones de una empresa que delegar esta actividad a un tercero sin la debida supervisión o mentoría de expertos con experiencia en las diversas actividades del negocio. La pureza o calidad del dato representa la base de la información, la cual sustenta la toma de decisiones críticas en cualquier proceso.
Si usamos una analogía con la medicina, un cardiólogo, por ejemplo, depende enteramente del registro diario de tres indicadores críticos para diagnosticar, recetar y mejorar a un paciente: la presión arterial, el pulso y el contenido de oxígeno en la sangre, que son los indicadores que le permiten la toma de decisiones oportunas para recuperar la salud del paciente, y esto puede ir desde tratamientos sencillos, relacionados con el tipo de alimentación, la necesidad de ejercicio y el cambio en hábitos en el trabajo, hasta cirugías de corazón abierto para reparar venas, arterias y músculos, pues su misión es salvar una vida.
Hoy día la medicina es pionera en el tema de la administración del dato y el uso de tecnologías de avanzada para almacenarlo, procesarlo, asegurar la calidad de este y emplearlo en la toma de decisiones inteligentes. También ha dado pasos gigantescos en la utilización de la inteligencia artificial para, en algunos lugares, reemplazar a especialistas en la ejecución de un análisis o diagnóstico y hasta la ejecución de intervenciones quirúrgicas complejas, inclusive a distancia.
En muchos casos la industria petrolera es similar a la medicina, en donde los pozos, yacimientos e instalaciones de producción son los pacientes y la administración óptima del dato facilita tomar las mejores decisiones, análisis y propuestas, para asegurar el diseño y construcción de un pozo, hacer el mejor seguimiento en tiempo real al comportamiento de los yacimientos buscando asegurar el mejor factor de recobro y garantizar el transporte óptimo y oportuno de los hidrocarburos producidos, desde los pozos hasta las baterías en campos terrestres, o plataformas de producción en actividades offshore y luego de allí a los patios de tanques y terminales para su tratamiento, almacenamiento final y despacho a los tanqueros o refinerías.
El cuidado que deben tener los geos científicos e ingenieros petroleros con estos sistemas es equivalente al de un médico con su paciente. La tarea se facilita con herramientas como las tomografías de subsuelo o los registros geofísicos, entre otras. Algunas de ellas son tomadas de los fundamentos o principios de la ingeniería médica.
Las lecciones aprendidas de esta epidemia han logrado generar serias reflexiones en los responsables de tomar decisiones en las empresas, dándoles base real para cuestionar la eficiencia del trabajo a distancia incluso antes de la pandemia, la agilidad y actualización de sus organizaciones de inteligencia tecnológica, y la aceptación de los clientes para reconocer el costo que implica tener disponibles nuevas tecnologías digitales.
Las empresas operadoras y de servicios están, debido a ello, asignando ahora la consideración y prioridad necesarias a cuatro temas fundamentales para incrementar su eficiencia interna. En el caso de las operadoras, mejorar la eficiencia operativa y en las empresas de servicios, el apoyo tecnológico y el tiempo de respuesta, para habilitar los activos respectivos lo antes posible y así contribuir con la creación temprana de valor para sus clientes. Estos temas tienen que ver con: la recolección y análisis del dato, la automatización de actividades y procesos, la predicción y el monitoreo proactivo, todo ello considerados elementos de la Inteligencia Artificial.
Algunas empresas han establecido Centros de Excelencia responsables del control de los temas de Inteligencia Artificial, con el propósito específico de determinar con qué cuentan, y clasificar aquellas actividades que, necesariamente, requieren de la participación de personas, y aquellas que pueden ser realizadas de manera digital, o robótica. Lo importante para todos los participantes del sector, es atender las lecciones que ha dejado este ciclo de experiencias vividas en tiempos que pudiéramos calificar de catastróficos y estar un paso adelante ante la posibilidad de eventos que antes, quizá, considerábamos improbables.
(*) Luis Vielma Lobo, es Director General de CBMX Servicios de Ingeniería Petrolera, presidente de la Asociación Mexicana de Empresas de Servicios Petroleros, AMESPAC; colaborador de opinión en varios medios especializados en energía y autor de varios libros.