No es secreto que estamos en medio de un entorno geopolítico complejo, donde la industria energética ha sido de las más golpeadas, y una mejora sustancial en el corto o mediano plazo se ve poco probable. A pesar de que el mercado ha tenido esfuerzos de estabilización, los factores externos, como la actual pandemia y la baja movilidad han abonado al tema.
Hablamos de un precio máximo de 30 dólares para el barril de petróleo hacia final del año, algo muy lejano a los niveles históricos superiores a 100 dólares que alguna vez fueron el cotidiano para la industria; recientemente vivimos algo inaudito: precios negativos incluso para la Mezcla Mexicana de Exportación.
Este panorama nos obliga a pensar alternativas para asegurar la soberanía energética nacional; facilitar el acceso a la energía en todos los rincones del país de manera oportuna, ininterrumpida, confiable, y a precios accesibles para el consumidor –Parecería un sueño lejano, pero necesario de ser pensado, planeado y ejecutado a la brevedad.-
Según datos del Prontuario Estadístico de la Secretaría de Energía, durante febrero de este año la producción de gas natural en México ascendió a 2,464 MMpcd, el país cuenta con reservas y recursos prospectivos de 9,654.35 MMMpc. Las importaciones de gas natural en el mismo mes de febrero fueron de 5,165 MMpcd, proveniente de Estados Unidos, muy por encima de nuestra producción.
El desarrollo no viene aislado de retos, y en esta industria en específico es necesario emprender medidas como reforzar la infraestructura de ductos a fin de incrementar la distribución de gas natural en el país y contar con infraestructura para almacenamiento adecuada. El cuidado del medio ambiente y de las comunidades debe ser uno eje fundamental en la toma de decisiones.
El gas natural no solo sirve para potenciar la producción industrial, la generación eléctrica y petroquímica, entre otras actividades esenciales, además es uno de los energéticos menos contaminantes y más económicos.
Por todo ello, la molécula es complemento ideal para alcanzar una matriz energética diversificada y confiable en un mundo que cada día se mueve más hacia la generación mediante fuentes limpias, de las cuales se desprenden también importantes oportunidades de negocio y desarrollo.
El entorno de COVID 19, nos ha dado un espacio para pensar en temas de soberanía, valorar la diversificación de energías, reconocer lo afortunado que es México no solo geográficamente; contamos con un clima privilegiado, recursos naturales para todas las industrias y una fuerza laboral sólida, son algunos de los factores que nos dan la certeza de que saldremos adelante. Podríamos dedicar una columna a cada una de las opciones en el sector energético que contribuirían no solo a la soberanía energética de México sino también a nuestra competitividad internacional.
Al hacer uso del potencial de producción del país, mediante inversiones adecuadamente enfocadas a la producción, construcción de infraestructura, comercialización, etcétera, se genera desarrollo industrial y por tanto económico y social en las regiones donde se opera.
Con empuje político, certidumbre legal, trabajo conjunto entre gobierno, iniciativa privada y sociedad civil, podremos beneficiarnos de los grandes recursos que la naturaleza nos dio a administrar en México, con un sentido de sustentabilidad ambiental y social.
Quisiera cerrar esta columna haciendo una invitación a todos los lectores a que dupliquemos nuestros esfuerzos de prevención y cuidados de aquí al 30 de mayo, para que el regreso a la “nueva normalidad” sea más rápido.
* Cruz Pérez Cuellar, mexicano originario de Ciudad Juárez Chihuahua, es un hombre que ha dedicado toda su vida a la política en su estado. Reconocido por su preocupación por el desarrollo educativo, social y económico de México. Actualmente es Senador de la República de la LXIV Legislatura e integrante de la Comisión de Energía. |