En el inicio de la COP29 en Bakú, António Guterres, secretario general de la ONU, destacó que la “revolución de las energías limpias” es imparable, enfatizando que ni gobiernos ni empresas podrán detener su avance. Este comentario pareció aludir indirectamente a la posible vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, quien en su mandato anterior retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París. Guterres subrayó la urgencia de abandonar los combustibles fósiles y destacó que la energía solar y eólica son actualmente las opciones más económicas para nuevas instalaciones eléctricas.
Por otro lado, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, país anfitrión y defensor de los combustibles fósiles, los calificó como un “regalo de Dios” y cuestionó a los medios occidentales que critican su uso. Aliyev argumentó que estos recursos naturales, incluyendo petróleo y gas, son esenciales para la economía y la sociedad, señalando que su país busca una transición energética «realista».
A pesar de la escasa representación de líderes de las mayores potencias emisoras, como Estados Unidos, China y la Unión Europea, la cumbre cuenta con la participación de aproximadamente 80 jefes de Estado y delegaciones que abordarán temas como la financiación climática y los nuevos impuestos al transporte y a la extracción de combustibles fósiles. Guterres enfatizó la importancia de movilizar «billones de dólares» para apoyar a los países en desarrollo en sus esfuerzos por adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático.
En paralelo, se espera el anuncio de nuevos compromisos climáticos, como el del Reino Unido, que se propone reducir sus emisiones un 81% para 2035 en comparación con 1990. La COP29 también dio un primer paso hacia la creación de un mercado de emisiones de carbono liderado por la ONU, con el objetivo de ayudar a los países a implementar sus planes climáticos de manera más eficiente.
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