Alemania y Francia no están de acuerdo sobre la política energética. El canciller alemán, Olaf Scholz, se opone a fijar un límite estricto de precio para la compra de gas en el mercado mundial, mientras que el presidente francés, Emmanuel Macron, es partidario de esa opción. Y ese es solo uno de los puntos de divergencia entre París y Berlín que no han podido resolverse.
Las propuestas de Bruselas
Cuando los dos principales países de la UE discrepan, no son buenos los augurios para la cumbre de Bruselas. Allí, los jefes de Estado y de gobierno debaten sobre una serie de complejas propuestas de la Comisión, dirigidas a garantizar el abastecimiento de gas a precios asequibles en la UE. Cerca de la mitad de los países integrantes ya no recibe gas de las tuberías rusas, incluyendo Alemania.
La Comisión de la UE propone ahora, nuevamente, ahorrar más energía, hacer compras conjuntas de gas y reestructurar el proceso para establecer los precios del gas licuado, que adquiere cada vez más importancia. Aspira a que el precio de la electricidad se desacople del precio del gas a mediano plazo. Además, quiere destinar 40.000 millones de euros del presupuesto comunitario para que los países del club puedan mitigar el impacto del alza de la energía.
Límite de importes para la importación
Al menos 15 estados, entre ellos Francia, quieren imponer un tope general a los precios del gas o la electricidad para enviar una señal a los mercados de que no se está dispuesto a llegar más lejos. Pero tanto la Comisión como Alemania rechazan esa opción, argumentando que podría ocasionar una escasez de gas en la UE, si países de otras regiones están dispuestos a pagar más por el combustible.
Phuc-Vinh Nguyen, experto en energía del Instituto Jacques-Delors, de París, coincide con esa apreciación: «El gas licuado sería vendido a Asia. Habría que convencer de vender más barato a Noruega y Argelia, que suministran a través de gasoductos”. En su opinión, «es difícil cambiar las reglas durante el juego. Hay que tener mucho cuidado si se quiere manipular los mecanismos del mercado”.
En discusión está el modelo español de aplicar un tope solo al precio del gas que se utiliza para generar electricidad. Gracias a eso, el precio de la electricidad ha bajado en España. La delegación alemana está dispuesta a encargar a la Comisión que analice el sistema, pero no se espera que se tome una decisión al respecto.
En la práctica, el precio del gas está bajando actualmente en Europa. Eso obedece sobre todo a las temperaturas relativamente templadas, a una reducción del consumo en comparación con el año anterior y a que los depósitos están llenos. Pero hay diferencias regionales: en España, el gas cuesta bastante menos que en Alemania o Italia.