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Seguridad energética sustentable: pilar de la política nacional en México

Isabel Rodríguez Peña Académica de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac

Como nación con una rica historia en la explotación de recursos energéticos tradicionales, como el petróleo, México enfrenta el desafío de adaptarse a un nuevo paradigma que demanda una transición hacia fuentes más limpias y sostenibles. Sin embargo, este paradigma no solo conllevará cambios sustanciales en el sector energético, ya que al ser la energía fundamental y pilar de la actividad humana los cambios que se pongan en marcha en este sector ocasionarán indudablemente cambios en los distintos sectores productivos y la forma en la que la sociedad interactúa con su entorno.

Por ello, atender el paradigma de la transición energética (en adelante TE) demanda ser analizado desde una visión en la que sea posible analizar las contradicciones y retos que surgen de estos cambios en el sector energético. Parte fundamental de la política en general y, muy en particular, la energética de la nueva administración debería incluir un monitoreo detallado y continuo de la SE como elemento analítico para sopesar las distintas variables que permean el contexto global y, especialmente, el nacional y así mediar las complejidades venideras en sector energético y productivo dentro de un escenario de cambio climático.

El término de SE no es nuevo, fue en la década de 1970 que se fortalece y se vuelve parte fundamental de la política nacional de diversas naciones. Ante el recorte en la producción por parte de los mayores productores de petróleo, quienes conformaron la Organización de Países Exportadores de Petróleo, en respuesta los países de mayor dinámica económica y quienes dependían de las importaciones de petróleo se agruparon y al mando de los Estados Unidos se conforma la «International Energy Agency (IEA)”.

La IEA enfatizó la importancia de garantizar el acceso ininterrumpido a la energía a precios accesibles como parte fundamental de la SE. A partir de la visión propuesta por la IEA, la cual se centraba básicamente un análisis de la oferta energética y en particular del petróleo (esto por su relevancia en la matriz energética), el concepto de SE fue mutando a lo largo del tiempo. El primer cambio fue la inclusión de otras fuentes energéticas (gas, carbón, renovables), lo cual reforzaba el argumento central de la SE, el cual sostenía que una de las medidas para garantizar la SE era la diversificación de fuentes y oferentes, es decir, la TE estaba implícita en esa visión sólo que dentro una lógica total diferente a la actual.

Ante un escenario de cambio climático y en respuesta a los acuerdos como el protocolo de Kioto y el IPCC se agregan de manera contundente nuevos objetivos y metas a cumplir por la SE, como son los temas ambientales. De esta manera la versión inicial muta y la TE hacia energías menos contaminantes con el objetivo de disminuir las emisiones de CO2 se convierten en parte fundamental de la SE.

Dentro de este nuevo contexto, en la actualidad se encuentran en la literatura diversas propuestas metodológicas para medir la evolución de la SE, las diferencias entre ellas radican en las dimensiones y variables, entre las que se encuentran son: sustentabilidad, resiliencia, pobreza energética, factores globales que afectan la situación interna, factores específicos del país, capacidad instalada, etapa de desarrollo económico, densidad de población, clima, innovación tecnológica, dependencia tecnológica y gobernabilidad.

De acuerdo con Šprajc, Bjegović y Vasić (2019) en su texto Energy security in decision making and governance, “La comprensión esencial de la SE ha cambiado definitivamente con el tiempo: … hasta la comprensión moderna que ahora incluye también preocupaciones medioambientales y sociales.

La evaluación moderna de la seguridad energética también introduce una evaluación individual de las complejas inversiones en infraestructuras energéticas de importancia nacional e internacional, con especificidades para los países desarrollados y en vías de desarrollo, así como para los organismos locales y nacionales. Los cambios en el concepto de SE han provocado cambios en las actividades de política energética, así como en los métodos para medir el éxito de su aplicación…”

De esta manera, el concepto de SE ha transitado a una visión sustentable y con ello se ha complejizado, más allá de lo que ya fue en la década de los setenta, reafirmando que la energía no puede desligarse del espacio económico, político y social. Adicionalmente, la presión por contener el sobrecalentamiento global, elemento no menos complejo que debe atenderse con prontitud y eficacia, estrecha el vínculo entre la SE, la TE y las políticas de mitigación.

En este tenor, son varios elementos los que se deben de considerar para cumplir de manera equilibrada y satisfactoria estas tres preocupaciones, esto debido a que no siempre las políticas que se apliquen para mejorar una de las tres dimensiones tendrá a bien mejorar alguna de las dos dimensiones.

Con el nombramiento de la nueva secretaria de energía y del director de PEMEX se ha dejado claro que parte fundamental de la política energética prioriza la soberanía energética, lo cual desde un planteamiento de SE es primordial, esto debido a que energía es un elemento fundamental y estratégico para cualquier nación y México no puede ser la excepción.

Sin embargo, se tendrá que trabajar paralelamente la política energética en relación con otros sectores, especialmente, el productivo (política industrial), ya que la TE deberá librar, por un lado, los nuevos retos del sector energético como es mantener el equilibrio entre los fósiles y las energías renovables no convencionales, para un país que por décadas basó su SE en los fósiles y que continúa dependiendo de los recursos económicos derivados de la renta petrolera. Y, al mismo tiempo, lograr las metas ambientales, las cuales sólo se van a cumplir si se da un cambio profundo en la estructura productiva y no sólo un incremento de la participación de las energías renovables no convencionales dentro de la matriz energética.

Cada una de estas medidas tendrán importantes cambios estructurales que sobrepasarán al sector energético, por ello será central incluir un marco analítico como el de la Seguridad Energética Sustentable, elemento que prioriza a la energía como elemento fundamental para el desarrollo económico, político y social de cualquier nación.


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