Debido al concepto de “Transición Energética”, el tema de los biocombustibles es algo que ya está muy estudiado a nivel mundial, de hecho, los especialistas estiman que de aquí al 2030 o 2050 se podrá cubrir entre el 25 y 70 por ciento del consumo mundial de energía.
Con lo que respecta a México, es un país con un alto potencial en materia de biotecnología y biocombustibles, a tal grado que diversos estudios revelan que su producción sustentable, es decir, aquella que no afecta a otro tipo de industrias, como la alimentaria, nos podría ayudar a tener un 38 por ciento de producción de energía primaria, que es un porcentaje muy aceptable en relación a la matriz energética con la se cuenta actualmente.
De acuerdo con Guillermo Gómez, CEO de Consultoría Sustentable G2H, el tema de los biocombustibles en México ya tiene muchos años que está en constante evolución en cuanto a desarrollo científico y tecnológico se refiere, sin embargo, se ha visto un poco mermado por tantos cambios regulatorios que han existido últimamente en el país, lo que ha impedido que se detone se producción y uso.
En entrevista exclusiva para Global Energy, el especialista nos compartió su perspectiva sobre el panorama actual de los biocombustibles en el país, así como los retos y oportunidades que vislumbra para dicho mercado.
“Las autoridades ya han hecho la trazabilidad para establecer los distintos tipos de combustibles: sólidos, líquidos y gaseosos y cómo transitar, desde su desarrollo, integración y normativas, hasta su uso. En este sentido, lo que se necesita es retomar los mapas de ruta que ya existen para hacer un ejercicio exhaustivo con todos los actores involucrados que permita plasmar las ideas en acciones concretas. No sólo basta con alinear las políticas públicas a nivel energético, sino también otras que incluyen la obtención de materias primas, como son los sectores de la agricultura, industria y servicios. Con ello, lograríamos un esquema integral con el involucramiento de toda la cadena de valor”, explicó Gómez.
En una época donde se le está dando prioridad a la transición energética, el principal diferenciador de los biocombustibles con respecto a los combustibles fósiles es la indudable mejoría al medio ambiente, pero con todo el concepto de sustentabilidad que los rodea, también vienen acompañados con beneficios sociales, de desarrollo económico y de autosuficiencia energética, que es un elemento clave en el que juegan un papel muy importante.
Como ya se comentó anteriormente, los tipos de biocombustibles son sólidos, líquidos y gaseosos. En este sentido, los que se más se producen en la actualidad son los líquidos, conocidos comúnmente como bioetanol o biodiesel, mientras que en la parte de los gaseosos está el biogás.
En el caso del bioetanol, químicamente hablando se produce a través de biomasa, y éste puede obtenerse por medio de procesos bioquímicos utilizando azúcares fermentadas, ya sea de caña de azúcar, cultivos con almidón, celulosa u otras materias primas, pero principalmente se obtiene a través de la fermentación. En el caso del biodiesel, puede obtenerse a través de aceites vegetales, grasas animales y lípido de microalgas. Para ello, ya han lanzado diversos programas en diferentes ciudades que consisten en recolectar aceites comestibles ya quemados para su producción. Mientras tanto, para el caso específico del biogás, éste se puede producir a través de residuos líquidos, sólidos y de biomasa.
“Para la elaboración del biogás el producto principal es la digestión anaeróbica, es decir, la interacción de una gran variedad de sustratos orgánicos, como son residuos agrícolas, domésticos, estiércol o aguas residuales domésticas o industriales”, explicó el experto, quien agregó que por el momento estás son las formas de producción más comunes, pero también son las que pueden tener un mayor potencial.
A decir del CEO de Consultoría Sustentable G2H (www.consultoriag2h.com), México ya cuenta con infraestructura probada para producir biocombustibles, un ejemplo de ello es la planta de biodiesel que existe en la Ciudad de México, en donde transforman todo el aceite de cocina recolectado a un biocombustible que es utilizado para el sistema de trasporte público RTP.
Esta planta, en la cual han colaborado diferentes instituciones educativas y centros de investigación, tiene un gran rendimiento de litro por litro, lo que quiere decir que los procesos ya están muy bien estudiados para tener una elevada eficiencia, a tal grado que la planta piloto puede producir alrededor de 3,000 litros diarios. “Indudablemente si se cuenta con infraestructura y se puede seguir desarrollando para dejar de depender de los combustibles tradicionales y ayudar al tema ambiental”, precisó Guillermo Gómez.
Por último, el Maestro precisó que, derivado de los cambios regulatorios, lo que hace falta en el país para detonar el desarrollo de los biocombustibles es certeza jurídica para implementar instalaciones de mayor tamaño que puedan atender la demanda. Pero también se requiere un cambio de paradigma porque los biocombustibles representan un avance en el camino de la transición energética, sin sustituir a la actual matriz energética.