Por Bernardo Cardona
Socio de Energía para EY Latinoamérica y Socio Líder del Centro de Excelencia e Innovación en Sostenibilidad para Latinoamérica
Los desafíos de la industria energética —innovar tecnológicamente, a la vez que las empresas empoderan y capacitan a una fuerza laboral lista para el futuro— requieren una mentalidad adaptable para hacer frente a los retos cambiantes para las transiciones en progreso.
Podemos observar que la industria energética está bien posicionada para ser líder en la implementación de políticas y prácticas sostenibles, ya que cuenta con amplia experiencia en la implementación de soluciones a gran escala que puedan impactar en toda la organización, tomando en cuenta a todos los distintos stakeholders que componen un ecosistema empresarial. Esta experiencia e influencia de la industria representan un área clave para la reflexión, la inversión y la transformación en todos los sectores.
Para tener éxito, esta transformación dependerá en gran medida de que la industria energética sepa impulsar soluciones que aborden la sostenibilidad en todas sus formas. Debemos buscar el equilibrio entre la necesidad de innovaciones tecnológicas, y una fuerza laboral preparada para el futuro, siempre manteniendo a las personas en el centro de lo que hacemos.
La inversión tecnológica debe impulsar la inversión en la fuerza laboral
La realidad es que la innovación tecnológica conlleva una inversión en equipos que sepan operar las nuevas herramientas. Invertir en una fuerza laboral que no solamente tenga las habilidades necesarias, si no que pueda adaptarse y tenga la capacidad de adquirir nuevas habilidades, más conocido como upskilling y reskilling, (por ejemplo: para la aplicación de ChatGPT, nuestra fuerza laboral puede evolucionar de generadora de contenido, a gestora del contenido generado ) contribuirá a que la fuerza laboral continúe generando valor de manera única al tener la capacidad para mitigar o resolver los retos o imprevistos que se salen de nuestro control, como eventos únicos del mercado, desastres naturales, o situaciones geopolíticas.
Seamos o no parte de la industria energética, la sostenibilidad es una preocupación para todos, pero aún más, también representa una oportunidad para todos. La transición energética a nivel global está puesta en marcha, y esto implica grandes inversiones para conseguir los objetivos deseados.
Para 2023, la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) estimó que se invertirían 1.7 billones de dólares en energía limpia, lo que representa más de tres cuartas partes del crecimiento de la inversión energética general. Pero los esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para lograr el cero neto para 2050 requerirán aún más que esto. El análisis de la IEA concluyó que las inversiones anuales en energía limpia tendrían que alcanzar los 4 billones de dólares para 2030 para alcanzar esos objetivos, y que habría que reimplantar capital sustancial de las industrias de combustibles fósiles a favor de las energías renovables.
Esto quiere decir que el capital previamente destinado a otros sectores será cada vez mayor para las energías limpias, y estas inversiones no sólo se harán en forma de activos, sino también en la formación y reorganización de la fuerza laboral de las compañías.
Sin duda, para transformarse en una industria más digitalizada y eficiente, la industria energética requerirá diferentes tipos de trabajadores, con diversos conjuntos de habilidades diferenciadoras. Por su parte, la pandemia de COVID-19 subrayó aún más la necesidad de que las organizaciones cuenten con un plan claro para la capacitación de sus empleados. La actualización y recualificación de los trabajadores se volverá vital para el futuro sostenible del trabajo.
La sostenibilidad implica diversidad e inclusión
Por último, debemos tener en mente que la sostenibilidad va más allá del impacto medioambiental y la eficiencia de costos. Un mundo verdaderamente sostenible solo es posible si los líderes en él reflejan la diversidad de todas las comunidades y la equidad en todos los niveles. La transición global a nuevas tecnologías está convergiendo con la necesidad de hacer una transición hacia una fuerza laboral más equitativa, calificada e impulsada por el valor.
Las habilidades blandas como el pensamiento crítico y el análisis, la resolución de problemas y la resiliencia tienen valor crítico que ayudará a las empresas a llenar las brechas generadas por la automatización, y la inclusión de distintas voces y experiencias promueve espacios de aceptación y equidad que pueden contribuir al fortalecimiento de la propuesta de valor de cualquier empresa.
Las organizaciones requerirán afinar sus sistemas de evaluación para analizar con precisión el capital humano y social, no solo para evaluar sus capacidades, sino también para asegurar que su fuerza laboral esté reflejando compromisos con la diversidad, la equidad y la inclusión. En definitiva, la misión de sostenibilidad se trata de buscar una mejor calidad de vida más allá de nuestras empresas, si no en nuestros hogares, comunidades, gobiernos y organizaciones.
El rol del sector energético en esta misión tiene mucho potencial para ser un disruptivo y un ejemplo en el escenario mundial, y transformar el enfoque de la industria energética hacia una sostenibilidad más amplia podrá impactar positivamente en los objetivos de negocio, pero aún más, en la calidad de vida y la experiencia de las personas.
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