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Las dos torres: pocas opciones para la refinación en México

Por Jaime Brito

 

Las mejores refinerías a nivel mundial siempre están operando bajo una premisa crucial a nivel técnico: cómo balancear la dieta de crudos pesados y ligeros que compren semanalmente y alimenten a sus torres de destilación, con el fin de maximizar ingresos en un mercado abierto.

Es gracias a una buena estrategia de compras, al seguimiento de los precios y fundamentales del mercado internacional y a la configuración misma de las refinerías que se pueden garantizar los mejores resultados posibles, y la factibilidad económica de estas gigantescas inversiones.

El diseño de refinerías normalmente sigue esta premisa, que siempre habrá dos torres destilando crudos de diferente calidad, a saber:

  • Una torre de destilación para crudos pesados, así como el Maya, o bien a nivel internacional el Marlín (Brasileño), Castilla (Colombiano), el Napo (Ecuatoriano) entre otros.
  • Una torre de destilación dedicada a procesar crudos ligeros, todo lo que sea de 35º API para arriba, lo cual incluye a barriles de Mar del Norte, de fracturación hidráulica -que normalmente son muy ligeros, incluso arrida de 50º API.

Pues bien, este es el gran problema que tiene cualquier actividad de refinación en México, ya sea para continuar operando refinerías actuales, o nuevas inversiones, independientemente de que sean públicas o privadas. México tiene una escasez tremenda de crudos ligeros, debido a la declinación de pozos productores de crudos arriba de 35º API, así como a los pocos resultados de grandes inversiones, como fue el caso de Chicontepec.

Sin mucho crudo ligero para llenar las torres correspondientes en el país, las refinerías quedan    sub-utilizadas, lo cual provoca un desbalance de producción respecto a lo originalmente diseñado, lo cual acorta la vida de los catalizadores, aumenta el desgaste metalúrgico interno, y en fin, provoca más paros no planeados. El resultado neto es que México importa un gran porcentaje de los productos que consume.

Usted dirá, “ah caray, si Jaime es normalmente bien jocoso y nos habla del mercado internacional y ahora está como que muy técnico”. Solo por esta ocasión, pero la importancia del tema lo amerita.

Toquemos pues este asunto de la forma más aterrizada posible y exploremos qué opciones tendría la refinación en México para seguir funcionando, o al menos llevar mejor las operaciones, bajo un contexto de poco presupuesto disponible.

 

No desearás el barril de otro

La primera opción que por mucho podría incrementar el porcentaje de utilización en México sería por supuesto permitir la importación de crudo ligero desde el mercado internacional en general, y que sean los precios los que compitan para realizar esas compras semanales o mensuales.

El simple hecho de presentar una regulación que emitiera los permisos de importación y facilite la construcción de infraestructura de importación (terminales de almacenamiento, oleoductos, vías férreas) daría un efecto multiplicador positivo en la economía de todos los Estados del Norte, y donde existen refinerías, incluyendo en Oaxaca.

Esta decisión no tendría por qué enfocarse como una apertura al barril de Estados Unidos solamente, ya que al tener terminales marinas que pudieran importar cargamentos, estos podrían llegar del Mar de Norte, África del Oeste y otros orígenes, dependiendo del precio y las oportunidades puntuales.

Lo más seguro es que por conveniencia económica, la mayor parte del volumen venga de los Estados Unidos, particularmente del área de Corpus Christi, pero de cualquier forma podríamos tener una gran variedad de crudo ligero que, procesado en las torres de destilación mexicanas ayuden a:

  • Incrementar sensiblemente el porcentaje de utilización, al menos en un 20%-30%
  • Aumentar la cantidad de gasolina y diésel producido, lo cual reduciría importaciones de productos refinados
  • Además de esto último, permitiría aumentar la cantidad de gasolina de alto octano y diésel de bajo azufre, al contar con más corrientes de bajo azufre (que se obtienen de procesar crudos ligeros)
  • Extendería la vida de las refinerías existentes, ya que el procesar crudos con menos metales, menos ácidos o que generen menos corrosión, ayudaría a reducir gastos de operación y mantenimiento.
  • Todo esto con la ventaja adicional de toda la inversión extranjera que llegaría para facilitar estas importaciones.

En cuanto al proceso comercial de importación, el mercado internacional ya cuenta con los índices de referencia más adecuados para este tipo de transacciones. La agencia de precios Platts por ejemplo ha actualizado recientemente la información que incluye en su nuevo índice American Gulf Coast Select (AGS) el cual se perfila como “el nuevo Brent” de este lado del Atlántico, el cual seguramente regirá las transacciones de crudo de importación o exportación en los Estados Unidos y América Latina dentro de poco tiempo.

México mismo terminará usando este índice como referencia muy seguramente, para mantenerse a la par con las tendencias mundiales y con los mejores índices de precios que demuestren el mejor desempeño en caso de distorsiones, como ocurrió en abril, cuando el precio del Maya alcanzó niveles negativos por el simple hecho de tener un índice de precios poco adecuado para esas condiciones de mercado.

El mercado internacional estaría dispuesto a exportar crudo ligero a México, y habría tantos productores luchando por ganar la importación mexicana que le daría una excelente ventaja negociadora a México para comprar cada barril. Todo está puesto sobre la mesa.

El gran reto es hacer a un lado el tabú de ver a la importación de crudo como una especie de pecado que no puede ni pensarse. Esta es realmente la única opción para tener refinerías mejor aprovechadas, ya sean viejas o nuevas…

 

Fierro útil que venda

La otra opción que le daría un poco más de flexibilidad operativa a Pemex es que aproveche el hecho de que algunas refinerías de Estados Unidos han cerrado operaciones, para comprar algunas de sus plantas de procesamiento, en caso de que se estén en mejores condiciones que las actuales que se tienen en el Sistema Nacional de Refinación.

El hecho de comprar unidades de refinerías que han cerrado es una práctica común, y no sería raro que algún país de América Latina tuviera interés en adquirir alguna de estas unidades. Es literalmente como si usted se acerca a una venta de garage de una casa que se está vendiendo y aprovecha algún mueble, solo que a mayor escala.

La gran ventaja para México es que podría reducir de manera significativa, en varios ordenes de magnitud el costo de una unidad de hidrodesulfuración, una planta de alquilación, o incluso alguna unidad de conversión, como sería el caso de una FCC.

Esta no es una idea nada descabellada, ya que las refinerías actuales en México tienen seguramente alguno de estos problemas operativos o cuellos de botella:

  • Poca capacidad para remover azufre y producir gasolina, diésel, turbosina o incluso combustóleo de bajo azufre
  • Poca capacidad para aumentar el octanaje, de hecho, México importa prácticamente el 100% de la gasolina de alto octano que se consume en el país
  • Una metalurgia con problemas, dados los niveles normales de corrosión que muestran las refinerías con el tiempo. El comprar un equipo más nuevo (aunque sea usado) minimiza accidentes o paros de operación no planeados

En fin, la refinación en México tiene sus retos, y valía la pena analizar las opciones más realistas para darle un poco más de oxígeno a este sector, tan ignorado y poco favorecido a través de muchos años por varias administraciones que otorgaban más presupuesto al área de exploración y producción.

El mercado internacional ofrece siempre soluciones a todo tipo de temas, que aunque suenen tan técnicos, tienen una gran importancia económica y financiera. Como siempre, Stratas Advisors estará listo para ayudar a su empresa con estos y otros temas del mercado internacional.

¡Nos vemos en la próxima!

 

Jaime Brito

Vicepresidente, Stratas Advisors.

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