El gobierno federal mantuvo su apuesta por la soberanía energética y por una transición hacia fuentes limpias, en línea con el Plan Nacional de Desarrollo. Sin embargo, especialistas señalaron que las metas planteadas fueron difíciles de alcanzar debido a la alta dependencia del país al gas natural.
Según cifras oficiales, al cierre de septiembre las energías limpias representaron apenas 24% de la generación eléctrica nacional. En contraste, 61% de la energía provino del gas natural. Las hidroeléctricas aportaron 7.8%, mientras que la térmica convencional contribuyó con 7.1%, de acuerdo con datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
El IMCO consideró que el objetivo de alcanzar 38% de generación limpia para 2030 fue “muy ambicioso y poco realista”. A pesar de ello, reconoció avances como la Convocatoria para la Atención Prioritaria de Permisos de Generación Eléctrica, lanzada en octubre por la Secretaría de Energía. Esta iniciativa buscó incorporar 6,000 megavatios (MW) de nueva capacidad renovable mediante inversión privada.
El centro de investigación advirtió que para avanzar en la transición energética, las autoridades debían acelerar el desarrollo de infraestructura renovable, garantizar el suministro eléctrico y reducir costos. También subrayó la importancia de aprovechar esquemas de inversión mixta y fomentar la participación del sector privado.
Aunque el gas natural es un combustible fósil, el IMCO lo consideró una alternativa viable en el contexto actual. Lo describió como barato, eficiente y menos contaminante que otras fuentes. Además, señaló que “era técnicamente imposible abastecer al país únicamente con energías renovables”.
La administración encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum dio continuidad a la política energética de su antecesor, con mayor énfasis en las fuentes limpias. No obstante, enfrentó el reto de reducir la dependencia estructural al gas natural sin comprometer la estabilidad del sistema eléctrico nacional.






