Por Miriam Grunstein
La Secretaria Luz Elena González sabe que el corrido no aplica a la industria energética, la cual, sin dinero, marchará tanto como un caballo muerto. Así que, en su informe del 7 de noviembre, reconoció la importancia de la participación de las empresas privadas. La diferencia con otras políticas de inversión mixta, dice ella, es que esta vez se rompe con el modelo en el que 29.6% de los mexicanos tendrán que esperar sentados en lo que llega la derrama del desarrollo.
Modelos van y vienen, con olas ideológicamente distintas, y un tercio del país sigue aún con carencias importantes de todas índoles. ¿Con qué se comen el nearshoring si tan sólo se han llevado un plato de frijoles a la boca?
En eso tiene razón. Los mercados tambalean sobre desigualdades socio-culturales muy profundas. De la misma forma, es complicado –si bien no fantasioso— unir al estado y al mercado con un fin predominantemente asistencial. Por mucho que le cambien de nombre y apellido a la modalidad altruista, las empresas responden – en primerísimo orden—a los intereses de sus accionistas. Llámese RSE, ESG o Bibidi-babidibú, los corporativos ponderan sus inversiones sociales en la medida en que les convenga.
Señalar el fin de lucro no equivale a culpar de un pecado, sino una reflexión sobria que permite identificar los incentivos que necesita el Capital para permanecer en México.
¿Queremos iniciativa privada para la energía en México? O no. Porque la ambivalencia es poco recomendable para anclar inversiones. Y menos aun bajo la manota pesada de un “Estado Rector.”
Mientras escribo, y lo hago sin tripas pues se trata de temas serios, suceden dos procesos importantes: uno es para celebrar alianzas con Pemex mediante los “Contratos Mixtos”, mientras que en electricidad la SENER ha convocado, por primera vez, a los particulares a presentar propuestas para obtener permisos para generar energía eléctrica.
En cuanto a la unión con Pemex, entiendo que los participantes son empresas mexicanas chiquitinas que, de subsistir en la licitación, harán lo que nuestra petrolera quiera, con el dinero de éstas. Esto, que suena bien, no ofrece solución alguna para la tempestuosa Pemex. Por lo que sé, los socios posibles no tienen mucho que ofrecerle pues son pequeños y muchos de ellos, incluso, son sus acreedores. Así que, si Pemex manda en esta unión, lo hará con quienes no puede defenderse. ¿Es ésa una relación complementaria? Penosamente.
El otro proceso es la convocatoria para la obtención de permisos conforme a la “Planeación Vinculante” la cual, en otras palabras, quiere decir, “Como el Estado Quiera y Mande.” En esa convocatoria, creo yo, sí participan empresas eléctricas grandotas y musculosas pero para proyectos que podrían no ser lo suficiente rentables. Entiendo la voluntad de la SENER de mandar a los Capitanes del Capital a que se comporten como Carmelitas Descalzas. Hay un montón de pobres en México que gritan socorro. Si bien las conozco, el riesgo es que no se animen y nos manden a paseo con todo y la altisonante “Planeación Vinculante.”
¿Con dinero y sin dinero hago siempre lo que quiero?
Seremos libres y soberanos para quedarnos solos y pobres.






