Por Marcial Díaz Ibarra, abogado consultor del sector energía
En febrero de 2025, el gobierno federal anunció un acuerdo voluntario con los principales grupos gasolineros del país para mantener el precio de la gasolina Magna por debajo de los $24.00 por litro. La medida, planteada como un “pacto de buena voluntad”, buscó evitar incrementos abruptos en el combustible más consumido de México, sin necesidad de imponer controles formales de precio. Cinco meses después, la evidencia en campo sugiere que el acuerdo cumplió su objetivo nominal… pero no necesariamente promovió la competencia.
Una misma zona, cinco estaciones, mismo precio (salvo una)
En un recorrido realizado en un radio de apenas un kilómetro en la ciudad de Mérida, Yucatán, se documentaron los precios en cinco estaciones de servicio (cuatro PEMEX y una FULLGAS). A pesar de estar ubicadas en la misma zona y contar con distintos operadores, cuatro de ellas venden la gasolina Magna exactamente en $23.99/litro, apenas un centavo por debajo del tope informal. Sólo una estación —la PEMEX ES 10607, operada por Servicio El Roble S.A. de C.V.— ofrece un precio claramente competitivo: $23.29/litro, es decir, 70 centavos por debajo del promedio local, lo que representa una diferencia directa en el bolsillo del consumidor.
Análisis: margen creciente, competencia decreciente
Este fenómeno confirma una tendencia preocupante: el acuerdo de contención generó un margen de operación más holgado para muchas estaciones, al fijar de facto un “techo psicológico” de $24.00/litro. Si antes algunas estaciones competían con precios en el rango de $23.30 a $23.60, hoy simplemente se alinean al máximo permitido, sin ofrecer descuentos reales.
Esto ha derivado en una práctica extendida de alineación tácita de precios, sin que exista una colusión formal. El consumidor, aunque protegido del “gasolinazo”, enfrenta un mercado con poca competencia efectiva.
Conclusión
El acuerdo de precio voluntario cumplió su función de evitar alzas abruptas, pero también consolidó un nuevo margen comercial que reduce los incentivos a competir. Si una estación puede vender a $23.29 sin perder rentabilidad, el precio real de equilibrio está más abajo de lo que sugiere el consenso actual del mercado.
Una lección clara: los pactos de buena voluntad pueden estabilizar precios, pero también pueden distorsionar la competencia si no se acompañan de incentivos regulatorios o fiscales que impulsen una verdadera eficiencia.






